17 Dic, 2013 | Conocidos los resultados electorales del 14 de abril Maduro afirmo: “Abran las cajas pues, hagan la auditoria”. Poco tiempo después dijo todo lo contrario.

Luego del 8-D Maduro dijo que se reuniría con los alcaldes electos. Ahora, dice que se reunirá con los alcaldes de la Unidad Democrática poniendo como condición que lo reconozcan y que se reconozca el Plan de la Patria como Ley de la República. No soy quién para decidir esto, pero si hay encuentro debe ser sin monólogos ni condicionamiento alguno.

Al fin, será la Mesa de la Unidad Democrática que decida este asunto. El problema es que Maduro ya ha realizado acciones ilegales frente a los alcaldes democráticos electos. Los llamados “protectores” de Caracas, Valencia, Barquisimeto y Maracaibo son figuras burocráticas que representan una especie de premio de consolación y son factores de saboteo para las gestiones de dichos alcaldes electos, como lo han hecho en Miranda con Jaua.

No le basta a Maduro violar la Constitución con cadenas nacionales llenas de agresiones, injurias y amenazas contra los que fueron candidatos a alcaldes de la alternativa democrática, no le basta a Maduro tener un CNE maniatado y amordazado al oficialismo y no le basta la utilización abusiva y ventajista de ministerios, gobernaciones, alcaldías e institutos autónomos, ahora quiere que la oposición vaya a cantarle aguinaldos y villancicos a Miraflores.

Vendrán nuevas luchas. La Mesa de la Unidad Democrática ha obtenido una votación relevante ante una campaña electoral desigual, grosera y ventajista. Con todo eso, la Unidad Democrática obtuvo la victoria en Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal, Valera, Mérida, El Vigía, Porlamar, Valle de la Pascua y nada más y nada menos que en Barinas. Victorias que colocan a la Unidad Democrática como una fuerza urbana y moderna.

También habrá cambios que son absolutamente necesarios para adecuar esta estructura a los nuevos tiempos. La Mesa de la Unidad Democrática debe ser un instrumento político útil y conveniente a los intereses del país y su gente, sin castrar las posibilidades de cada partido de ejercer sus postulados y principios. Deben establecerse unas metas claras y determinadas frente al futuro democrático del país, sin agendas personales ni grupales, con la mirada puesta en la recuperación democrática y en el bienestar de todos, incluidos nuestros adversarios.

La salida debe ser constitucional, democrática, pacífica y electoral. Un nuevo CNE debe ser designado por la Asamblea Nacional, quienes lo integran hoy no representan la transparencia ni la voluntad popular. La lucha continúa y más temprano que tarde habrá el cambio político que se aspira y espera.