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Devaluación
El asunto en concreto, que nadie podrá desmentir, es que el país naufraga y el Gobierno, cuya obligación es salvarlo antes de que se hunda, por el contrario lo empuja.
Manuel Narvaéz narvaezchacon@gmail.com

30 Ene, 2014 | Por ahora no pondremos el acento en la económica. Ya sabemos que Maduro la ha decretado nuevamente. Lo que no extraña puesto que vivimos en un país donde todo es al revés. Es decir, antes que mejorar la maltratada y ya moribunda economía nacional, el Gobierno la empeora.

El asunto en concreto, que nadie podrá desmentir, es que el país naufraga y el Gobierno, cuya obligación es salvarlo antes de que se hunda, por el contrario lo empuja. No otra puede ser la conclusión de lo que en Venezuela sucede, una vez que, corazón en la mano, mente fresca y sinceridad en el propósito, se ha analizado, paso por paso, todo lo que el chavismo, su revolución y su gobierno le han hecho a la nación y a su gente.

Nos referimos a la pérdida, no del valor del bolívar ni al altísimo costo del innombrable; menos los millardos de dólares desaparecidos en gastos injustificables, a lo que se suman otros miles devorados por el monstruo de la corrupción; los regalados, por ejemplo a Cuba, y los que sirvieron para comprar solidaridades y financiar la imagen internacional del ya ido. No.


Se trata de lo devaluadas que en estos tiempos rojos están las virtudes, destrozados los valores, perdidos, olvidados. Pocos recuerdan que alguna vez los venezolanos vivimos, con gusto, sometidos a las reglas de la convivencia ciudadana, del cumplimiento de los deberes para con mayor razón exigir se nos cumplieran los derechos. La pluralidad, destacaba, era asunto respetable.

La educación en todo y para todo, por encima de todo. Los hechos que ayer pudieron sacudir la sociedad de entonces, sin embargo en nada y para nada podrían semejarse a los que hoy acontecen, día a día, cada vez crecientes y ya costumbre que sólo a pocos causa estupor, dolor o rabia.


Esta situación, que nos degrada frente al mundo, es intolerable para la gente que, con responsabilidad y sinceridad, quiere al país, y le pide al Gobierno corregir el rumbo. Porque así como la bárbara actitud de quien emplea la violencia en su más cruda expresión, retrata la total ausencia de algún freno moral, lamentablemente la desidia oficialista indica que el Gobierno perdió la autoritas, su majestad y la confianza de la gente. En suma, quedó devaluado




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