Tomás Moreno. / Foto: JORGE BRITO

17 Mar, 2014 | "Hay tres elementos que necesita una nación para vivir: la agricultura, la cría y la pesca. Si un país no produce lo que consume, está destinado al fracaso y a no crecer", aseguró Tomás Moreno, pescador de Playa Moreno, quien reflexionó al respecto con mucha inquietud.

-Venezuela está así hoy porque no produce lo que consume. Si aquí viven casi 30 millones de habitantes, no se puede producir para 15. Lo renovable se está acabando. Antes, por muy pequeña que era la Isla, cultivábamos el frijol, la caraota, la yuca, el maíz y criábamos los animales. En cambio ahora dependemos de otros países. No, eso no puede ser. Las naciones tienen que autoabastecerse y estar preparados hasta para los casos de emergencia.

Viejo roble

Moreno casi no ve, sus ojos lagrimean, camina con apoyo de una vara de madera usada como bastón, los achaques de la vejez se hacen sentir con fuerza y por eso utiliza una metáfora para describir ese "mal tiempo" que amilana su cuerpo, más no su memoria.

Esos vaivenes sobre su humanidad, lo compara con el mal tiempo con el cual se topó muchas veces a la hora de navegar. Como todo buen pescador se enfrentó a los avatares de la faena. Es llamado por algunos coterráneos como el "patriarca de Playa Moreno", una comunidad enclavada en el municipio Maneiro, a tres kilómetros de Pampatar y donde residen mil 400 personas, con 180 familias en su seno. Está bordeada de edificios.

Con lucidez afirma que nació el 29 de diciembre de 1916. "Por lo tanto -y saca su propia

Tomás Moreno 100 años de vida como pescador. / Foto: JORGE BRITO

cuenta- tengo 98 años y tres meses de vida". Según una de sus hijas, desde hace dos años Tomás Moreno detuvo el reloj porque realmente en diciembre próximo está por cumplir los 100 años.

Sentado en su casa de Puerto Moreno, en plena avenida Aldonza Manrique y frente al mar donde están las rancherías de los pescadores, recrea su vida y reflexiona sobre el pasado, presente y futuro. La brisa fresca se deja colar por una ventana y un loro, a quien identifica como "José", permanece tranquilo y silencioso mientras el abuelo habla corrido y con sabiduría.

-Además de pescador, trabajé perforando pozos. Me fui a navegar por todo el mundo. Pescábamos desde la costa de Colombia hasta Falcón. Estuve por tierra firme y navegué con nuestra lancha "La Cantinera", un barco grande de 10 toneladas. Llegamos hasta más arriba de la Guayana Francesa. Por ahí estuvimos recorriendo todo el continente americano, recuerda entre su anecdotario que pasa de un siglo a otro.

¿Qué pasó con la sardina?

Relató que llegó a tener trenes sardineros, con los cuales pescaba en Moreno en la época de grandes caladas. "Antes había caladas de 200 toneladas en un día, hasta que la sardina se retiró de Margarita".

-¿Cuál cree usted que sea la causa de que la sardina ya no entre?
-Eso hay que investigarlo; imagínese, si no lo investiga el Gobierno, cómo lo voy a saber yo. Ahora, a mi modo de ver, nosotros mismos acabamos con la sardina porque se le explotó demasiado. Se abusó de ella y eso hizo que se fuera lejos.

Aseguró que la sobreexplotación, al sacar 100 a 200 toneladas hizo que la pesca se redujera. Aparte de que esta especie no encontró alimento para sostenerse cerca de la costa y entonces buscó por afuera. "Allí está, en gran cantidad, pero bien afuera, donde los pescadores de la otra costa (Sucre) la están agarrando".

Con sus 100 años se mantiene alegre. / Foto: JORGE BRITO

-¿Qué edad tenía usted cuando comenzó a pescar?
-Ocho años, cuando salía a navegar con mi papá Pedro Antonio Moreno. No puedo decir que me enseñaban, sino que había que hacerlo ajuro porque era necesario. La Margarita de entonces tenía muy pocos recursos y había que trabajar duro desde muy pequeños.
"El margariteño siempre ha sido muy trabajador, con la pesca, la cría y la agricultura. Aquellos cerros (señala los que bordea la franja de Playa Moreno) se veían blanquitos de carneros y cabras. Y yo me pongo a recordar que cómo es posible que ahora se produzca tan poco en esta tierra, si antes, a pesar de las dificultades, lo podíamos hacer. También recuerdo que cuando Pérez Jiménez, aquí mandaron a tumbarle las empalizadas a la gente para acabar con sus conucos".

Aseguró que el ser humano vive de sus recuerdos, porque "la historia es la sucesión de acontecimientos". Por eso recrea cada minuto de su larga vida en busca de respuestas.
Aludió, por ello, al refrán popular: "El diablo no es tan sabio por lo diablo, sino por lo viejo". Y ríe.

Créditos: Jorge Brito