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Mejor reconstrucción que resurrección
Está anulada en cuanto al Estado y al sistema político, que no es democrático sino despótico.
Fernando Luis Egaña flegana@gmail.com

23 Abr, 2014 | Los estudiantes están proclamando la consigna de la "resurrección de la democracia", y lo hacen aprovechando el final de la Semana Santa y la Pascua de Resurrección. La consigna tiene pegada y tiene oportunidad, pero no me gusta mucho y explico el porqué. Para resucitar hay que estar muerto. La muerte es condición indispensable para la resurrección. Y la democracia venezolana no está muerta...

Está anulada en cuanto al Estado y al sistema político, que no es democrático sino despótico. La hegemonía roja ha montado en Venezuela una neo-dictadura, que es una dictadura disfrazada de democracia. Pero la democracia no está muerta en cuanto a la sociedad, a la nación, al apego por la libertad y al anhelo de convivencia civil de la mayoría de los venezolanos.

Por lo tanto, lo que corresponde no es resucitar a un muerto, sino reconstruir un ideal que ha sido suprimido en el desempeño del poder, pero que se ha mantenido en la estructura social del país. Y este argumento, desde luego, no es mío sino del gran historiador venezolano Manuel Caballero, quien insistía mucho al respecto: el Estado revolucionario no es democrático, pero la nación venezolana sí lo es.

Incluso, Caballero planteaba la necesidad del "renacimiento de la democracia". Hermosa expresión, cabe agregar. Y no se trata de juegos de palabras o de exquisiteces semánticas. Las palabras expresan ideas y las ideas son el fundamento de las acciones. Y precisamente porque la idea de democracia no está muerta sino viva, es que los estudiantes se han comprometido de manera tan radical a luchar por ella. Todo lo cual nos presenta un desafío obvio: la reconstrucción de la democracia no puede provenir de un Estado que es antidemocrático, así se pretenda disfrazar con sus ropajes. Esa reconstrucción, por ende, sólo podrá llevarse a cabo con los impulsos de esa nación nuestra que, a pesar de todos los pesares, sigue creyendo en la democracia.

Pero no en la democracia del socialismo de siglo XXI que, repito, no es democracia sino satrapía con adornos habilidosos. Eso no. Me refiero a la democracia de la libertad política, económica, social, comunicacional. La democracia de la justicia social y del pluralismo. Una democracia que no existe para el poder establecido, pero sí para la voluntad de cambio del conjunto nacional. Y esa democracia hay que reconstruirla porque aún tiene vida. Y por supuesto: ¡ánimo a los estudiantes!




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