23 Ago, 2014 | Deseo que el flash no dispare mi sonrisa. Me iré a donde me indica mi zamba, que es tu zamba;
mi foto, que es tu foto;
mi adiós, que es tu adiós.
Confié en tus lágrimas. Mis lágrimas no me permitieron ir más allá.
Si callas, callaré, pero escribiré
Cuando te acuerdes de mí,
recuérdale a la flor de tu jardín que, como dice la canción, ella no podría crecer sin el agua.
Durmiendo y soñando
mi lectura es la misma:
"Necesitaba dormir y soñar
para volver a ser yo misma".
Mándame una señal, en una frase insinúame dónde te escondes, para alcanzarte y tararearte la canción que sólo reconocerá tu corazón.
Me gustan mis pasos solitarios porque, en la tranquilidad de mi soledad, imagino tus pasos solitarios teniéndome, en tu imaginación, a tu lado.
Risa, llanto. Con esto complemento los sinónimos de mi diccionario.
Palabras calladas atragantándose en tu página.
Esta noche mis palabras le huyeron al teclado;
ilusas, convencidas de que,
con el aire, llegarían a tus labios.
A esta hora, cuando todo mucho más calla, y tu alma –que es mi alma- y mi alma -que es tu alma- lloran, ¿quién nos dice que somos más que la nada?
Leyendo tus puntos, nreleo mi aparte. Encuentro en tu texto un algo de mí que no es más que el algo de ti que encuentras en el mío.
De vez en vez me topo con viejos cuadernos míos, muchos de éstos arrinconados dentro de una vieja maleta y, tras sentir algunas de sus páginas, es cuando más escribo y al mismo tiempo más comprendo que se escribe porque el amor no tiene fecha de caducidad.