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Puntos de sutura
En 2015 la situación no será tan catastrófica como desearían algunos, que piensan que "entre peor, mejor".
Leopoldo Puchi | elepuchi@gmail.com

25 Nov, 2014 | El hueco que se abriría en los ingresos de Venezuela como consecuencia del descenso de los precios del petróleo podría estar por el orden de los doce millardos de dólares, aproximadamente, una suma muy elevada pero que con pericia y habilidad en el manejo financiero pudiera compensarse sin necesidad de recurrir a una devaluación lineal ni a la disminución del gasto social.

Entre los mecanismos financieros que sugieren los economistas estarían medidas como el alargamiento de los pagos a China; titularización de la deuda y disminución de los suministros de Petrocaribe; aplazamiento del pago del vencimiento de bonos a través de acuerdos de permuta con la banca especializada (swap). Adicionalmente, hay posibilidades ciertas de incrementar la producción petrolera en 200 mil barriles diarios, en el marco cambiario que permite la venta de dólares en el Sicad II.

Sin embargo, el manejo con habilidad de ese tipo de acciones solo aliviaría la situación, pero no evitaría su coletazo recesivo ni atacaría el problema de fondo de nuestra economía desde hace varias décadas: la baja producción agrícola e industrial. Pensando a largo plazo, habría que actuar simultáneamente en varias direcciones. De un lado, ejecución efectiva de los controles que se han decidido, ya que muchas veces no se ejecutan y se han quedado en el papel. Lucha contra el contrabando, los sobreprecios en las importaciones, la especulación, la evasión de impuestos y la corrupción. La herida infligida por la fuga de millones de dólares que no regresaron al país como mercancías, insumos, bienes o servicios ha sido casi mortal y no se puede quedar sin suturar.

De la misma manera, es necesario un acuerdo con el sector privado que permita su expansión dentro de límites establecidos de manera clara y precisa, que bien pueden ser establecidos por medio de la legislación y del diálogo. También se requiere darle mayor coherencia y celeridad al ajuste gradual en curso, para que no se pierdan sus efectos. Por último, es indispensable provocar un cambio radical en cuanto a la eficiencia del Estado y de las empresas del sector público. Éstas no pueden trabajar a pérdida ni depender del presupuesto nacional.

En 2015 la situación no será tan catastrófica como desearían algunos, que piensan que "entre peor, mejor". Pero es lo suficientemente delicada como para actuar a tiempo y no permitir que se escape de las manos. En un país como el nuestro, que depende del ingreso petrolero y que atraviesa por un difícil desajuste del sistema cambiario, no es cualquier cosa un descenso pronunciado de los precios de los hidrocarburos. Los daños sociales que se pueden producir impactarían no solo en la competencia y los resultados electorales sino que pueden arrastrar al país hacia una peligrosa encrucijada que pudiera evitarse.




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