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Tienen nombre y apellido… Los venezolanos están claritos en que las sanciones apuntan al corazón de mucho culpable de toda clase de tropelías que, sintiéndose guapo y apoyado, el poder lo emplea para fulminar al que no lo siga, aplauda, obedezca y le sea genuflexo. Ángel Ciro Guerrero /
angelcirog@hotmail.com
19 Dic, 2014 | En nada afectarán a los venezolanos que se mueven dentro del marco legal y la decencia. Menos al país y sus instituciones. Sí, y de frente, a algunos integrantes de la fuerza armada y funcionarios de las policías políticas, que han violentado la Constitución y los derechos humanos. También a los que, dirigiendo los organismos públicos encargados de cumplir y hacer cumplir la ley, amparan tales atropellos. Los venezolanos preocupados por lo que en Venezuela ocurre, no tienen nada que temer. Saben que el país y sus instituciones no son culpables. Sí, y están temblando, los que desde ellas han asaltado el tesoro de la República y conculcado las leyes. También contra quienes obligados a investigar, perseguir, atrapar, juzgar y mandar preso tanto corrupto boliburgués, militar o policía represor, permiten que impunemente anden por la libre. Estas sanciones provenientes del Congreso de USA -que estaría por autorizar el presidente Obama-, tienen el nombre y apellido de los que han repelido a sangre y fuego al que grita en las calles su desacuerdo con el régimen. También recaen en aquellos que desde sus curules condenan al que no está con ellos y protegen o alcahuetean a los suyos. Caso cierto: Caldera y Jaua. Los venezolanos están claritos en que las sanciones apuntan al corazón de mucho culpable de toda clase de tropelías que, sintiéndose guapo y apoyado, el poder lo emplea para fulminar al que no lo siga, aplauda, obedezca y le sea genuflexo. Las sanciones no van contra Venezuela, lo aprecian. El gobierno también, pero calla y miente. Silencia la verdad y utiliza la mentira. Quiere hacer creer lo que le conviene. Por eso la marcha oficialista, con empleado público obligado a gritar consignas vestido de rojo, Por eso el rasgarse las vestiduras, los gritos destemplados y la amenaza prepotente y absurda. Maduro, conocedor a fondo de la verdad del porqué de esas sanciones, antes que esconderlas debería extirparlas llevando a juicio, aquí, a los que sabe culpables y definitivamente lo están haciendo quedar mal, muy mal, a él y a su revolución frente al mundo.
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