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Para el historiador Antonio Vitulano, este cruento enfrentamiento, escenificado en las sabanas de Campo Carabobo el 24 de junio de 1821, destruyó al ejército realista comandado por el mariscal Miguel de la Torre.
AVN

Foto: CORTESÍA.

Lienzo de la Batalla de Carabobo, pintado por Martín Tovar y Tovar. / Foto: CORTESÍA.

24 Jun, 2015 | Este miércoles 24 de junio se cumple el 194 aniversario de la Batalla de Carabobo, gesta comandada por el general en jefe Simón Bolívar que marcó el inicio de la independencia de Venezuela del imperio español y que se concretó dos años después, en 1823, con la victoria patriota en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.

Para el historiador Antonio Vitulano, este cruento enfrentamiento, escenificado en las sabanas de Campo Carabobo el 24 de junio de 1821, destruyó al ejército realista comandado por el mariscal Miguel de la Torre, quien vio completamente destrozados sus dispositivos de defensa por el genio militar del Libertador.

“El brillo de la batalla se da por la forma en que el ejército realista estaba dispuesto, y la manera en que el Libertador interpretó cómo atacarlo y destruirlo. Para ello se valió de la información ofrecida por los baquianos (José Félix) Ribas, Robles y (José María) Arguindegui, y decide bordear al enemigo por el lado derecho, ya que lo tenían desprotegido debido a que era un camino impenetrable. Solo había una trocha por donde cabía un hombre”, explicó.

Bolívar se arriesga y decide mandar al general José Antonio Páez al mando del Batallón Bravos de Apure con 1.000 infantes; a los Cazadores Británicos, con 380 hombres; y dos compañía del Batallón Tiradores a enfrentar al enemigo.

La estrategia perfecta

Vitulano refiere que la estrategia denominada La Campaña fue perfecta para alcanzar los objetivos de la causa republicana.

“El Libertador se apoya en las dificultades del terreno y eso hace que el comandante realista se bata al detal. Primero manda al Batallón Burgos, después el Infante. Cada batallón estaba como a 500 metros (de distancia uno de otro). Cuando (el español Miguel) De la Torre saca al Batallón Barbastro, ya estaba como a tres kilómetros de distancia del punto de combate, por lo que llegan cansados y se rinden apenas hacen armas contra las fuerzas patriotas”, narró.

Con la estrategia La Campaña, Bolívar pensó en distraer al enemigo para que se desprendiera de la mayor cantidad de hombres. “Por eso es que el comandante realista Tomás Morales descuida a Páez en Achaguas, porque (el general patrio José Francisco) Bermúdez está presionando sobre Caracas. Esas divisiones hacen que se desequilibre el ejercito realista”, explica el historiador.

Esta estrategia de Bolívar concluye con la Batalla de Carabobo, que significó una desconcentración de los esfuerzos españoles por mantener su hegemonía en suelo venezolano.

De acuerdo con los escritos, la batalla duró aproximadamente dos horas, lapso en el que al menos 2.000 realistas cayeron en combate a manos de los libertadores.

“En su análisis, Bolívar dice que con una quinta parte de su ejército, es decir. con 1.200 soldados, se define y se da al traste la maniobra realista, que tenían en las sabanas de Carabobo a unos 4.000 soldados”, apuntó Vitulano.

Sobre los patriotas, al menos 500 hombres de Bravos de Apure perecieron a nombre de la independencia en esta gesta emancipadora, entre ellos, el teniente de caballería Pedro Camejo.

El prócer Camejo

Sobre este prócer de la independencia venezolana, que este año recibe el tributo del traslado de sus restos simbólicos al Panteón Nacional, el historiador resalta su origen humilde.

“Camejo era el soldado más humilde. Por su origen de esclavo, pudo haber muerto en un conuco sembrando o arriando bestias en los llanos, pero la providencia quiso que su patrón lo mandara a pelear a las filas realistas del comandante (José) Yánez, donde se destaca. Sin embargo, es presentado al general Páez, y se produce una conversión que lo lleva a defender con ímpetu la causa independentista“, acotó.

El patriota “era despierto de mente, jovial e inocente. Páez lo pasa a sus filas, y ya para 1819 era teniente de caballería. Era el primero que salía a pedir el santo y seña a quien se acercaba al campamento, y así ver si era enemigo o aliado. Su destreza con la lanza y su forma de enfrentar el combate le hicieron acreedor del apodo Negro Primero“.

Para Vitulano, llevar los restos simbólicos de Camejo al Panteón Nacional era una deuda histórica que se tiene no solo con este aguerrido soldado, sino con otros próceres de nuestra independencia, como Ambrosio Plaza y Julián Mellado.




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