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25 de abril de 2024





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El poderoso ejército colombiano
A la hora de considerar el fin del conflicto interno como resultado de las conversaciones de paz habría que visualizar las implicaciones militares, diplomáticas y sociales en la región de esos acuerdos.
Leopoldo Puchi | elepuchi@gmail.com

2 Nov, 2015 | Luego de firmada la paz, ¿qué hará el Ejército colombiano? Como se sabe, la Fuerza Armada Colombiana se encuentra entre las más fuertes del mundo, de acuerdo con los centros de estudio especializados. Cuenta con 500 mil efectivos en el Ejército, la Marina y la Aviación y 200 mil en su Policía Nacional adscrita al Ministerio de Defensa. El fusil de asalto que utiliza, el Galil israelí, es fabricado por la industria militar local, Indumil, que además produce granadas y bombas para aeronaves. Su Fuerza Aérea posee más de 80 aviones de ataque, con modelos como los Kfir, Tucanos, Dragonfly y Douglas, y tiene una variedad de helicópteros, también de combate, que van desde los Black Hawks hasta los Hugues. A esto hay que añadir las unidades de entrenamiento, apoyo, transporte, reconocimiento, vigilancia e inteligencia. La Marina no se queda atrás, pues es considerada en el ranking del Global Fire Power como la segunda fuerza naval y fluvial del sur, luego de Brasil. Por lo demás, habría que destacar la presencia de varias bases estadounidenses en el territorio del país vecino, articuladas operacionalmente con el dispositivo militar de Colombia.

Pero no es solo su material o capacidad bélica brevemente descrita lo que hace poderosa a la fuerza armada de ese país, sino el hecho de que su tropa y oficiales están entrenados en una guerra real de más de cincuenta años, en la que han adquirido una experiencia y preparación incomparables e internalizado los hábitos de la guerra como parte de su cotidianidad.

Así que a la hora de considerar el fin del conflicto interno como resultado de las conversaciones de paz habría que visualizar las implicaciones militares, diplomáticas y sociales en la región de esos acuerdos.

Es una maquinaria inmensa la que se tendrá que redimensionar y serán centenares de miles de hombres sobre las armas los que se quedarán sin un enemigo inmediato al que combatir, ni otra actividad que realizar, ya que es muy grande su potencia para las funciones naturales que le corresponde cumplir en tiempo de paz.

En este sentido, habría que tener en consideración las tentaciones ante las que puede sucumbir Bogotá. En primer término, está la posibilidad de que se mantenga intacta esa maquinaria como un fin en sí mismo, dadas las dificultades para desmontarla.

Sin embargo, existen otras opciones más peligrosas, como la de convertirla en un componente de apoyo permanente sobre el terreno del Comando Sur en la región.

Y hay otra, más delicada todavía: la de redirigir esa maquinaria hacia Venezuela, dado el diferendo sobre delimitación de aguas que existe. De este modo, oficiales y soldados colombianos, en lugar de integrarse a una sociedad pacificada, mantendrían sus puestos de guerra con otros fines y los mismos medios. Una decisión con muchas consecuencias que hay que atender a tiempo.




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