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¿País potencia?
La industria siderúrgica era potente y una de las más importantes de Latinoamérica, hoy un cementerio de chatarra y nido de corrupción. Antes la gente trabajaba y producía, hoy el régimen promueve el reposerismo y el ocio improductivo.
Luis Eduardo Rodríguez

5 May, 2016 |

“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.

Adagio popular

Fresco aun en la memoria están los días cuando el Tte. Cnel., abusando de la ingenuidad de algunos y la servil complicidad de otros vociferaba a los cuatros vientos que Venezuela era una potencia. En particular, recordamos una frase en donde proclamaba que “así el petróleo llegue a cero, Venezuela esta blindada”. Mayor insensatez y desvarío, imposible.

Hoy se demuestra que la charlatanería roja en boca de su máximo representante no tenía límites y su demagogia y populismo exacerbado, tampoco. Vivimos la trágica realidad a la que nos ha conducido la irresponsabilidad, ignorancia y corrupción que en mala hora asumió las riendas del país.

¿País potencia? ¿Potencia en qué? si hasta la industria petrolera que era nuestra principal fuente de ingresos también la destruyeron hasta niveles de desahucio.

Antes había comida e inclusive se exportaba varios rubros. Nunca faltó alimento. Antes había materiales para la construcción y hoy no hay cabillas, cemento, bloques ni cables para instalaciones eléctricas. Antes se producían carros de diferentes marcas, variedad de modelos y para todos los bolsillos. Hoy, ni carros hay y mucho menos repuestos de ningún tipo, baterías o cauchos.

La industria siderúrgica era potente y una de las más importantes de Latinoamérica, hoy un cementerio de chatarra y nido de corrupción. Antes la gente trabajaba y producía, hoy el régimen promueve el reposerismo y el ocio improductivo. Antes el campo producía. El turismo progresaba y se consolidaba, hoy no existe. Antes había luz siempre y los cortes de agua eran muy puntuales y esporádicos, hoy vivimos en una oscurana permanente.

El bolívar tenía valor como unidad monetaria y hoy no vale ni el papel en que está impreso. Las universidades crecían en calidad y cantidad, hoy están ahogadas presupuestariamente y sus profesores y alumnos desertan a montones. Había medicinas para los enfermos y una más que aceptable atención hospitalaria, hoy se mueren los venezolanos. Se contaba con amplia libertad de expresión. Existía inseguridad, claro, pero nunca a estos niveles en donde los pranes y delincuentes se han enseñoreado en el país y en el régimen.

Corrupción había, imposible negarlo, pero a los extremos de saqueo indiscriminado a que ha llegado el régimen cleptómano no tiene parangón en toda la historia. Hoy el país está destruido, quebrado, desatendido y los ciudadanos abandonados a su suerte. Antes, aun con sus imperfecciones, había separación de poderes, respeto a la institucionalidad y a las leyes. Hoy nada de eso existe. Solo una caricatura ridícula y grotesca que se hace llamar revolución.

¿Qué pasó? ¿Cuándo, y como, llegamos a este punto de quiebre? La respuesta es simple. El régimen es lo más parecido a un lumpen resentido, ansioso de riqueza fácil y, por encima de todo, pleno de ignorancia, incapacidad y con total ausencia de valores éticos, morales y ciudadanos. Venezuela cayó en manos de lo peor de lo peor. Esa es la razón. No hay en el mundo nación alguna que pueda resistir los embates de una horda con esas características. No hay.




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