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19 de abril de 2024





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Presencia negroafricana en la obra Cervantina (II)
En la España de ese momento era frecuente la práctica de la carimba (vocablo que deriva de la lengua kiMbundu de la región Congo-Angola) referente al inhumano proceder del marcaje del cuerpo del esclavo negro con un determinado sello distintivo.
Francisco E. Castañeda M./ fran.caman@hotmail.com

22 May, 2016 | Sobre el particular, cabe destacar que para esa época muchas personas procuraban por distintos medios llegar a ser favorecidos con el otorgamiento de las Licencias Reales que les permitiesen participar en el negocio de compraventa de esclavos negros pues el precio de éstos se cotizaba muy bien en el mercado. Según el historiador Luengo Muñoz, el precio de venta de un esclavo negro estaba en el orden de los 120 ducados, lo cual era garantía de un rápido enriquecimiento (Luengo Muñoz, 1951: 15). Sobre la base de los estudios hechos por la Junta de Andalucía (ASSERTUM, 2005), un ducado de esos años equivale a la cantidad de 37,50 Euros actuales. Simplemente multipliquemos para tener una idea de cuán costosa era esa “mercancía” en aquellos lejanos tiempos.

Cabe destacar además que en la mencionada obra cervantina, capítulo 52 (Tomo I), Sección “Poesía de los Académicos de Argamasilla”, en la inscripción del Epitafio se lee: “El Manicongo, Académico de la Argamasilla a la Sepultura de Don Quijote”. Con el vocablo Manicongo eran conocidos los reyes del antiguo Reino del Congo, primera monarquía africana en donde los portugueses impusieron un rey católico.

En la España de ese momento era frecuente la práctica de la carimba (vocablo que deriva de la lengua kiMbundu de la región Congo-Angola) referente al inhumano proceder del marcaje del cuerpo del esclavo negro con un determinado sello distintivo mediante la utilización de un hierro candente tal como se hace para identificar al ganado. Así, vemos por ejemplo, como Cervantes en una de sus Novelas Ejemplares: El Celoso Extremeño, refiere que Felipo de Carrizales, el protagonista, había comprado “cuatro esclavas blancas y herróles el rostro, y a otras dos negras bozales” (Cervantes, 1982: 181). Con este término de bozal eran identificados los negros que procedían directamente del territorio susrsahariano sin tener ningún tipo de contacto o relación con los aspectos socioculturales de naturaleza hispana. Asimismo, se menciona en la citada novela a “la doncella negra Guiomar” (Ibid.,205) y a Luis, el esclavo negro encargado de cuidar la casa, interesado en aprender a tocar la guitarra y de quien Cervantes dice: “tal es la inclinación de los negros a ser músicos” (Ibid., 186).




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