21 Jun, 2016 | El único objetivo del gobierno es mantenerse en el poder, aun a costa de la salud y vida de los venezolanos. Ya lo dijo uno de sus dirigentes: “No somos un gobierno, somos un proyecto político”. Un proyecto político hoy disminuido y en quiebra, haciendo agua por todos lados. Por ello recurren al secuestro de los poderes públicos y a la trampa, presas de la desesperación. Utilizan a su capricho y antojo al Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Nacional Electoral, Fiscalía, Defensoría y Contraloría de la República.

Lo único que no controlan es a la Asamblea Nacional y ya van 17 sentencias contra el máximo ente legislativo. Lo último que han hecho fue llevar a 300 presos a la Fiscalía General de la República para señalar que le habían falsificado sus firmas en su perversa intención de suspender los efectos de la activación del revocatorio ante el devaluado y desprestigiado TSJ, en medio de una grosera presión contra los empleados públicos para que retiren su firma para revocar a Maduro lo que ha resultado un evidente fracaso. Aquí en la Región Insular solo 124 personas retiraron su rúbrica.

Mientras tanto nuestra gente hace inmensas colas intentando conseguir alimentos y medicinas ante un gobierno indolente que se niega a admitir la grave crisis humanitaria que vivimos que ha causado graves desordenes en varios estados con saldo lamentable de pérdida de vidas, heridos, detenidos y enjuiciados y negocios saqueados.

Esta semana corre la etapa de validación de las firmas en el proceso revocatorio. Las rectoras del CNE han convertido la distribución de captahuellas en otro muro que deben saltar los factores democráticos. Trampa, saboteo y obstáculos para tratar de impedir que se manifieste la voluntad de los venezolanos. Un ejemplo del más vulgar abuso de poder.

Con todo eso, esas firmas serán validadas y vendrá otro tramo del proceso revocatorio y ya estarán estudiando en ese colosal arsenal de artimañas y marramucias las que pondrán en práctica.

Sin embargo, un pueblo firme y decidido a cambiar nada podrá detenerlo. Es la rueda de la historia que está marcando la pauta.