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El país
Los trabajadores, la gran mayoría de los habitantes de Venezuela, no forman parte del país. Son los arrimados, los piojosos, los modernos esclavos del capitalismo. Están excluidos, si algo los beneficia, el país se envaina.
Pedro Salima/ psalima36@gmail.com

26 Ago, 2016 | ¿Qué es un país? La pregunta me la vengo haciendo durante estos días. En especial a partir del anuncio del aumento salarial y del incremento del valor del bono alimentario, decretado por el Presidente. Hasta ese momento los empresarios, en su mayoría, declaraba, emitía documentos, discurseaba en torno a la necesidad de salvar al país. Si bien en sus planteamientos hacían énfasis en lo económico, en la producción, en el número de empresas, en la cantidad de empleos; todo hacía suponer que la gente entraba en sus preocupaciones. Y la mayor parte de la gente son los trabajadores y las trabajadoras.

Apenas el Presidente informó al país, los líderes empresariales pusieron el grito en el cielo. Afirmaron sin cortapisas que la medida era peor para el país. Así de fácil uno concluye que para este liderazgo empresarial, para esa gente de bien, honorable, costosamente trajeada, el país son ellos, sus negocios, los políticos con los que hacen negocio y un poquito más. Los trabajadores, la gran mayoría de los habitantes de Venezuela, no forman parte del país. Son los arrimados, los piojosos, los modernos esclavos del capitalismo. Están excluidos, si algo los beneficia, el país se envaina. Si algo positivo les pasa en la vida, el país se coloca en signo negativo. Un empresario que especule, acapare, deje pudrir alimentos, es bueno para el país; pero un trabajador que suda, que se quiebra la espalda, para que este país no termine hundiéndose, que se envaine.

Me detengo a pensar en las decenas de familias que el domingo pasado fueron beneficiados con la inauguración de la Base de Misiones en Villa Zoíta. Familiares que tienen su casa gracias a la Gran Misión Vivienda. Familias que compartieron hace poco con dos poetas internacionales en el Festival Mundial de Poesía. Familias con atención médica inmediata, allí mismo, dentro del urbanismo. Familias beneficiarias de los programa de abastecimiento del Estado venezolano. Familias atendidas en lo cultural, lo educativo, lo deportivo. Pero esos no son el país, según la postura de los líderes empresariales.

Recuerdo entonces a Hugo Chávez, el hombre que le dio una voltereta a este país, el hombre de la inclusión, que hizo de la inclusión su prioridad, que entregó su vida a la inclusión, a convertir en realidad el tema de la igualdad, el equilibrio social. Recuerdo que Chávez convenció a millones y millones de personas que vivían en los barrios más pobres, más olvidados, que ellos eran gente, familia, eran país.

Por eso lo odiaron tanto los líderes empresariales. Por eso hicieron todo lo posible para sacarlo del camino. Hasta que Chávez partió. Quedó sembrada la idea de que todos somos el país. Por mucho que le hemos hecho daño al legado de Chávez, éste sigue allí, palpitando entre la gente, a pesar de nuestros errores, muchos de ellos inexplicables.

No podemos dejar que sólo ellos vuelvan a ser el país.




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