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28 de marzo de 2024





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Contactos con otra dimensión
Grandes maestros como Miguel Ángel, Leonardo, Mozart y Beethoven, en el momento de sus composiciones eternas, lo hicieron desde otra dimensión; por eso no mueren.
Julio Machillanda @julionuevaera

4 Sep, 2016 | Todo hemos tenido y tenemos a diario contactos con otra dimensión y generalmente no lo recordamos, porque con la mente no lo puedes hacer.

Es el famoso suspiro de los enamorados, que al pensar en la enamorada o enamorado ese pensamiento lo bajan al corazón con el suspiro. Los meditadores cuando eliminan el pensamiento, la mente, que son los que principalmente impiden esa conexión con otras dimensiones, pueden llegar situarse en ellas y recibir toda la ayuda del universo, entonces no nos sentimos solo que es los que nos hace creer el ego, entonces sabremos que estamos acompañados por toda la divinidad.

Grandes maestros como Miguel Ángel, Leonardo, Mozart, Beethoven, en el momento de sus composiciones eternas lo hicieron desde otra dimensión, por eso no mueren.

Tenemos esas posibilidades mágicas, pero no lo sabemos y estamos en un sótano oscuro, donde permanecemos en la inconsciencia; es necesario despertar desde el espacio del vacío y silencio de la meditación.

Mi primera visión desde otra dimensión la tuve con mi padre, él había pasado de plano hacia tres días, y corriendo detrás de mi mamá me caí, vi su aparición con un pijama de rayas y me levanto, mi mamá volteó de inmediato y me preguntó quién te levantó?, yo que contaba con 3 años, le respondí, mi papá, ella me tomó en sus brazos y de inmediato salió corriendo fuera de la casa. Luego me contaría que él siempre le decía cuando el niño se caiga, voltea a ver siempre.

En otra ocasión de guardia en el hospital me llama la médica residente de pediatría, y me informa que hay un niño que está muy mal en el servicio de hospitalización, yo que en ese momento me encontraba meditando, comencé a meditar por el niño y, al llegar al servicio de hospitalización, nos encontramos con un niño sonriente, y con cierto disgusto le digo a la residente, que si no sabe cuándo un niño está mal, para sorpresa de nosotros la madre nos dijo: no, doctor, usted vino hace poco, le puso las manos y se mejoró.




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