25 Oct, 2016 | La lucha politica es difícil y compleja. Mucha gente le tiene temor y se aleja de ella al sentir los primeros aguijones. Lo cierto es que la politica es apasionante y como lo expresó Max Weber “hay quienes viven de la politica y quienes viven para la politica”. Nos ubicamos en la segunda acepción. También es cierto que casi nadie sale ileso de los avatares políticos. Cada acción debe ser medida porque tiene su costo.

Hoy estamos en medio de una aguda polarización. Las fuerzas del gobierno y oposición extreman sus posiciones. Las formas de resolver civilizadamente este grave problema de gobernabilidad y la terrible situación que vivimos son mediante elecciones o mediante un acuerdo negociado satisfactorio para todo el país. Lo otro es imponer la fuerza bruta de la violencia.

Somos demócratas y como tal rechazamos la conducta del gobierno que se niega a contarse. No quiere que los venezolanos se expresen ante la gestión de Maduro. Echan mano a cuanto obstáculo y trampa le permite el secuestro de los poderes públicos violando descaradamente la Constitución. El episodio de la decisión del Consejo Nacional Electoral(CNE) suspendiendo el proceso revocatorio representa un paso gris y torpe que los expone al desnudo ante el país y el mundo. Con ello han cruzado una raya que los aleja de la esfera democrática.

Matar el Revocatorio es provocación pura, desconocer la Carta Magna y burlar la voluntad popular. Es una medida de fuerza disfrazada de legalidad que tendrá un costo político apreciable para el gobierno.

Será tarea inútil tratar de responsabilizar a los sectores del cambio de los efectos de tan descabellada y absurda decisión que pretende servir de sostén a una gestión con apoyo popular cada día más menguado.

El gobierno jugó su carta. Ahora tendrá la respuesta de una mayoría que anhela un cambio constitucional, democrático y electoral que solo pide ejercer su legítimo derecho a votar para decidir los destinos de un país hastiado por los altos índices de inseguridad, escasez, inflación, hambre y corrupción.

No será tarea fácil restituir el hilo constitucional y la democracia, pero organizados, movilizados y con una dirección única y coherente el camino será más corto.
Que así sea para beneficio de todos.