25 Oct, 2016 | Nueva Esparta no es ajena a la destrucción sistemática que el chavismo ha sometido a Venezuela. De la alta calidad de vida que disfrutaba el margariteño –envidiada por los connacionales- solo nos han quedado recuerdos; y de la “Perla del Caribe” únicamente las lágrimas que un querubín derramó.

Desesperación y rabia contenida vemos en las caras de los neoespartanos, sin diferencias sociales. Nadie escapa de la crisis que agota el salario, que se come hasta el último centavo, y que no permite llegar a casa con los alimentos necesarios para una vida digna, sino solo con lo mínimo para subsistir.

La miseria campea, y hasta en las zonas más representativas se notan las costuras de la debacle económica. La emblemática avenida 4 de Mayo de Porlamar perdió el brillo. Los negocios abiertos comparten espacios con los muchos cerrados, debido a la reiterada negativa del gobierno madurista de soltar un solo dólar al Puerto Libre.

Da pena igualmente recorrer los bulevares Gómez y Guevara, antes atiborrados de compradores cargados de sacos de mercancías, y ahora abandonados a la buena de Dios, con las santamarías abajo, unos cuatro “turcos” lanzándose lenguaradas y los infaltables borrachitos e indigentes.

Es tanta la pelazón que ante la falta de ropa y variedades que ofrecer, los “paisanos” y los chinos han incursionado, cuales costafirmeros, en la venta de verduras. Tampoco se ven las viejitas que antes ofrecían pañitos, y solo de vez en cuando alguien se acerca a decir que compra dólares y oro roto. Nada que ver con otros tiempos.