Porlamar
23 de abril de 2024





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Leernos en nuestra esencia
De tanto aprender a leernos, a veces nos colocamos en la posición de no entender por qué la clase política se enfrasca en errores, no vé lo que el pueblo llega a ver, no capta lo que ese pueblo le grita, anuncian lo que no queremos que sea un anuncio sino una realidad.
Pedro Salima/ psalima36@gmail.com

9 Dic, 2016 | En medio del jolgorio por la fiesta del libro, entre una actividad y otra, a la par de la música en la Plaza Bolívar, junto a los preparativos del homenaje a Carlos Cedeño Gil, apenas saliendo del buen sabor de una lectura de poemas en el Museo Narváez, acordando con la lluvia nuevos espacios y horarios para el libro, asumimos que nos hemos venido leyendo en nuestra esencia los últimos años, que hemos venido siendo nosotros abrazados a nosotros, a nuestras raíces, a la memoria que nos sostiene. Es la posibilidad que se nos ha brindado o que nos hemos brindado desde que empezamos a romper con aquel rollo de la representatividad, de dejarle a los demás que decidiesen por nosotros y que la palabra que pretendía decirnos lo que somos nos llegaba de afuera, bien adornada, envuelta en excelente papel, pero ajena.

Quizás lo empezamos a asumir así desde que Hugo Chávez Frías nos invitó a contruir una Patria Nueva a partir de lo nuestro, nos ha dado fuerza para dar pasos importantes en saber leernos. Es lo que hacemos hoy, por eso hemos sido capaces de resistir a las guerras que nos hacen con todas las armas y a los errores, a veces incompresibles, que cometemos en este batallar diario. De tanto aprender a leernos, a veces nos colocamos en la posición de no entender por qué la clase política se enfrasca en errores, no vé lo que el pueblo llega a ver, no capta lo que ese pueblo le grita, anuncian lo que no queremos que sea un anuncio sino una realidad.

También leernos a nosotros, nos permite entender que los errores, las soberbias, las cegueras no nos pueden sacar del camino de la construcción de una Patria Nueva. Los que no leen, sino que permiten lecturas ajenas, están del otro lado, pues nunca han sido capaces de leer en el pueblo, en la piel del trabajador o de la humilde ama de casa las verdades de un país diverso, plural, contestatario, liberador y negado al pensamiento único que impone el mercado.

Por eso son capaces de vestirse de negro, encadenarse e irse al Vaticano. Se creen lo que los medios dicen, asumen como una verdad el elogio de los cretinos; pero al pueblo le parece un absurdo, una farsa, una mojiganga. Para los medios son heroínas, para el pueblo ujna especie de combo de brujas. Nadie entiende por qué no se sientan a dialogar con el representante del Papa en Venezuela, pero sí van a ver si el Papa les aplaude sus payasadas.

Siguen sin leer al país.




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