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Ratón nacional
Las cenas navideñas se hicieron con medias hallaquitas, cucharaditas de ensalada de pollo y traslúcidas rueditas de pan de jamón. No hubo pernil, los de Bernal, anunciados y prometidos como los billetes del cono, nunca aparecieron; fueron devorados y digeridos en los cuarteles y en las UBCH. De uvas, nueces, turrones y panetones; el triste recuerdo.
Manuel Narváez narvaezchacon@gmail.com

5 Ene, 2017 | En las fiestas navideñas y de fin de año no hubo ratones. En abierto contraste con lo que sucedía tradicionalmente por esas fechas, apenas corretearon unos pocos e inocuos ratoncitos. La escasez y los precios inalcanzables extendieron el austero manto gris de la pobreza sobre las celebraciones decembrinas.

Las cenas navideñas se hicieron con medias hallaquitas, cucharaditas de ensalada de pollo y traslúcidas rueditas de pan de jamón. No hubo pernil, los de Bernal, anunciados y prometidos como los billetes del cono, nunca aparecieron; fueron devorados y digeridos en los cuarteles y en las UBCH. De uvas, nueces, turrones y panetones; el triste recuerdo.

El empeño de Ernesto Villegas en correr la arruga con un desangelado “prendan la luz que es diciembre”, no pudo con la oscurana: la pólvora de la pirotecnia permaneció silenciosa y las lucecitas intermitentes se quedaron pegadas en off; donde fue necesario, Corpoelec completó el apagón. Para más remate, un atorrante sound track, el Jojojojó de Nicolás, escarnecía una y otra vez en cadena nacional.

En ese ambiente lúgubre, y a pesar de la conmovedora solidaridad de Pajarito y Palo Fino, resultó difícil entusiasmarse para echarse palos. Por eso no hubo muchos ratones etílicos. En su lugar padecemos un gigantesco ratón nacional. Nos duelen los huesos por tantas ilusiones perdidas, sentimos vértigo ante la pobreza que acelera el paso, nos causa náusea el desenfreno y la impudicia del Presidente de la República, nos atormenta la sensación de un caótico fin de fiesta.

Hay que hidratarse con dosis reforzadas de coraje cívico y corresponsabilidad ciudadana para superar el ratón y empujar vigorosamente para que este gobierno despótico deje de obstruir las salidas electorales. Resulta muy doloroso imaginar siquiera, otra Navidad como esa de 2016.




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