6 Ene, 2017 | Ante todo, Feliz y Venturoso año 2017 a todos mis lectores, muy especialmente al Magisterio neoespartano.

Sin dudas 2016 fue un año difícil para todos; sin embargo agradezcámosle a gracias a Dios que, a pesar de las vicisitudes y tropiezos, y a diferencia de muchos seres queridos que nos dejaron, hoy estamos aquí comenzando un nuevo año. Recuerdo las palabras que solía oír a mi viejo los primeros segundos de cada nuevo año: ¡Mijo, jodimos otro año carajo; ahora pidámosle a Dios y a la Virgencita del Valle que éste que viene sea mejor! Pero no basta con desearlo. Recordemos las sabias palabras de Einstein “El principio de la locura es hacer siempre lo mismo, y esperar resultados diferentes”. Digo esto por lo siguiente:

El Magisterio no escapó a las convulsiones de 2016. Año signado por la conflictividad laboral: Asambleas, marchas y paros en procura de mejoras salariales y de una nueva contratación colectiva, lograda a finales de junio. Una férrea lucha que venía desde hacía casi tres años, y que prosiguió durante el último semestre de 2016 para exigir los pagos acordados en dicha contratación. Reconozco que el Gobernador Carlos Mata Figueroa cumplió en diciembre con CASI todos los pagos pendientes; pero debo señalar también que los mismos pudieron ser más útiles seis meses antes. Obviamente, desear que 2016 fuera mejor no fue suficiente, hubo que luchar muchísimo para lograr las pocas mejoras obtenidas. Cambiemos esta rutina. Hagamos Algo Distinto para lograr resultados diferentes.

Viene el 15 de enero, Día del Educador; como siempre habrá discursos, condecoraciones, promesas (que no se cumplen) y hasta regalos; luego de la parafernalia de ese día (y hasta junio) seguiremos reclamándole al Gobernador respeto a la contratación colectiva, a la carrera docente y a la educación. Cambiemos esa rutina. El primer semestre de 2017 tendremos la oportunidad de hacer Algo Distinto para que el segundo semestre de 2017 y en el 2018 tengamos resultados diferentes, favorables para el Magisterio; de lo contrario, estamos destinados, más que a la locura, a la miseria.