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Cambios ministeriales: rutina, hastío e inercia
Los mismos burócratas que han estado todo este último tiempo mandando en despachos gubernamentales, en las grandes empresas y conglomerados estatales, en las gobernaciones seguirán atornillados en sus mismas poltronas.
Walter Castro Salerno / walterjosecastro@yahoo.es

7 Ene, 2017 | No ha sido casualidad, tampoco producto de un elaborado y avieso cálculo de estrategas de la lucha política, la coincidencia entre algunos observadores de la realidad venezolana, y analistas y voceros del llamado “chavismo crítico”. Estos agrupados mayormente en el portal de “Aporrea”. Unos y otros concuerdan con un severo examen del flamante gabinete del Presidente Maduro. Tras un periodo de 3 lustros completos y 2 años más de tiempo adicional, en el que el país ha pasado por un sinfín de improvisaciones, experimentos y aventurerismo en políticas públicas, incluyendo la mera copia de modelos extranjeros, hasta convertirlo en un laboratorio, se realiza otra rotación de nombres al frente de los ministerios. Ningún resultado práctico habrá de esperar nuestro afligido pueblo, de esta nueva operación de cosmetología del rostro administrativo del régimen.

No se producirá otro cambio que no sea el de los altos jerarcas rotando de una silla ministerial a otra. Los mismos burócratas que han estado todo este último tiempo mandando en despachos gubernamentales, en las grandes empresas y conglomerados estatales, en las gobernaciones seguirán atornillados en sus mismas poltronas. Y el pueblo, hambriento y en las colas, asolado su ingreso por la hiperinflación, asediado por el hampa y la carencia, la pésima prestación de los servicios más elementales de alimentación, salud, educación transporte, defensa e integridad de las fronteras de la patria, seguirá en la misma vaina. La pelazón completa.

Los enchufados y guisadores seguirán cantando que todo está bien, que jamás Venezuela habría vivido momentos estelares como éstos. Llega al despacho de Educación, neurálgico para el porvenir del país, el destructor de la economía agrícola venezolana, el promotor del agro de otras naciones que han exportado grandes cantidades de alimentos para acá. Al de la Cultura, un individuo ajeno por completo al medio. Continua la misma rosca en la destrozada y huérfana agricultura, en las maltratadas relaciones exteriores, en la vapuleada y exangüe industria, en el mantenimiento de vías de comunicación, la construcción de viviendas. Maquillaje y vana palabrería. Rutina hastío e inercia. Con ellas se solapa el feroz juego de intereses y voluntades que luchan por perpetuarse en el poder.

Tras los cortinajes se esconden y por sobre las alfombras de palacio caminan las mismas sombras de la Venezuela de ayer y de hoy. Arriba, la clase burocrática, y sus círculos de “enchufados”. Una costra avariciosa, rapaz e inepta. Aferrada a su mando y a sus privilegios e intereses. Abajo, la gran masa del pueblo venezolano, frustrada, agónica, en dura lucha por la supervivencia, siempre a la espera de su redención definitiva. Mientras, prosigue la rutina, se desemboca en el hastío y ambos conducen a la inercia.




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