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Política: no violencia
Los frutos de la violencia son muy amargos: venganza, migraciones, ruina, muerte, desolación, amargura sin límites. El mismo Jesús sufrió un juicio inicuo y a la vez no permitió que juzgaran severamente a una pecadora como la adúltera y le ruega a Pedro que envaine la espada en la tremenda noche del prendimiento en Getsemaní.
Fernando Castro Aguayo fcastroa@gmail.com

9 Ene, 2017 | Francisco con motivo de la Jornada Mundial de la Paz 2017 propuso un lema: “La no violencia: un estilo de hacer política para la paz”: apelación a la razón, a la capacidad humana de poder conversar según el derecho, la justicia, la equidad y nunca por la fuerza de la guerra y el combate. Es apostar al hombre, a su capacidad de ponerse de acuerdo para un noble objetivo común. Una paz que se funda en la verdad, en la justicia, en la libertad humana y en el amor.

Los frutos de la violencia son muy amargos: venganza, migraciones, ruina, muerte, desolación, amargura sin límites. El mismo Jesús sufrió un juicio inicuo y a la vez no permitió que juzgaran severamente a una pecadora como la adúltera y le ruega a Pedro que envaine la espada en la tremenda noche del prendimiento en Getsemaní.

San Josemaría que sufrió el odio y la persecución en la severa guerra civil española, predicó con fuerza la “paz de los hijos de Dios” o sea que somos capaces de amarnos. Igualmente en el siglo XX, la madre Teresa de Calcuta defendió con muchísima fuerza los atentados contra la vida en el seno de la madre. Es la máxima violencia contra un ser indefenso.

La no violencia practicada como una decisión personal nos ayudará a todos a nunca desestimar ni rechazar a nadie. Es un verdadero don de Dios. “La compasión y la no violencia son esenciales e indican el camino de la vida”.

Francisco escribe que “La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres, hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos e incluso los conflictos deben ser superados, no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón”. La familia, entonces, se convierte en propagadora de la paz y primera escuela de la no-violencia.

El Príncipe de la paz, Jesucristo, nos ayuda a caminar por este sendero y a trabajar con esfuerzo por instaurar la justicia, el amor y la paz. Buenos deseos para este año 2017.




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