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Unidad, calle y elecciones
Si somos demócratas hay que batallar por las elecciones, disputar en el terreno de los votos la confianza popular. Hoy, los gobernadores tienen su periodo vencido y nuestra obligación es lograr la realización de ese proceso. En este contexto, la oposición debe llamar para escoger en primarias a sus candidatos.
Luis Longart Guerra longartguerra51@gmail.com

17 Ene, 2017 | En mis últimos artículos he insistido en algunos aspectos claves para encontrar salidas a la desastrosa situación que vivimos. En primer lugar, la Unidad de la oposición no puede ser una consigna más, sino una posición ante el país. Qué queremos y cómo lo vamos a lograr.

Las agendas partidistas y subalternas deben desecharse ante los intereses nacionales. Unidad y coherencia son cruciales en la lucha de hoy. Recomponer la estructura de la Mesa de la Unidad Democrática con la participación de la sociedad civil es vital. En segundo lugar, la calle, la movilización popular frente a la agudización de los problemas económicos y sociales, la libertad de los presos políticos, el regreso de los exiliados, y por último, la lucha por la conquista de un cronograma electoral que permita que el pueblo decida el destino político del país.

Si somos demócratas hay que batallar por las elecciones, disputar en el terreno de los votos la confianza popular. Hoy, los gobernadores tienen su periodo vencido y nuestra obligación es lograr la realización de ese proceso. En este contexto, la oposición debe llamar para escoger en primarias a sus candidatos.

Aquí nadie tiene la verdad absoluta, ni habrá soluciones mágicas. Debemos demostrar que somos mayoría y eso solo lo podemos hacer con unidad, en las calles y con elecciones.
El gobierno tiene fuerza institucional: Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Consejo Nacional Electoral, Fiscalía y Contraloría de la República, Defensoría del Pueblo y el alto mando militar. Lo único que no controla es la Asamblea Nacional, asiento de la voluntad popular, institución que vive asediada por sentencias del TSJ y por abuso del Poder Ejecutivo de no suministrar presupuesto para su funcionamiento, hasta el punto que los diputados llevan siete meses sin percibir sus dietas.

El oficialismo seguirá utilizando su politica de provocación inventando” golpes”, “conspiraciones” y “desestabilización”, para apresar, e intimidar a la dirigencia opositora, alimentando fantasmas como la “guerra económica”, tratando de dividir a la Mesa de la Unidad y jugando en forma cruel y perversa con las necesidades de los más humildes con el “carnet de la patria” ofreciendo 80.000 bolívares por la firma de una planilla donde se respalda la disolución de la Asamblea Nacional.

Por último, el proceso de diálogo es una herramienta que debe estar presente a la hora de discutir los problemas políticos de cualquier país y en tal sentido habría que recordar las palabras de Rodríguez Zapatero cuando llegó al país: “Este proceso será largo, duro y difícil. ” Por eso, tengo la convicción que con organización, movilización y dirección unida y coherente en torno a un objetivo común vamos a lograr el cambio que necesitamos y merecemos.




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