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24 de abril de 2024





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Verbo, recurso natural no renovable
Hoy vivimos en la segunda década del siglo XXI. Mas el verbo y el tiempo siguen imperturbables en su mismo camino. Ambos son recursos naturales, fácilmente extinguibles, escasos, no renovables.
Walter Castro Salerno / walterjosecastro@yahoo.es

21 Ene, 2017 | Dados, por atávicas y persistentes tendencias, al empleo exagerado del verbo, somos igualmente así en consecuencia, también innatos despilfarradores del tiempo. Quien suelta y gasta chorros de palabras en forma inútil, también lógicamente desperdicia el tiempo. El suyo propio, desde luego en momentos de micrófono en mano e imagen en pantalla, habla y habla en copiosa verborrea durante horas. El de los demás cuando tras ésas vanas, inconexas e interminables peroraciones fingen escuchar, y ya ni siquiera por cortesía, sino debido a órdenes marciales para los presentes, o por el rodar de los eslabones de la cadena, los ausentes, y deben estar allí para: Oír, asentir, aplaudir. También reír o llorar, cantar según lo que venga.

Ya lo había expresado en el “Sportspalatz” de Berlín el inefable Dr. Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del III Reich de Adolf Hitler. Fue en febrero de 1943. El mayor desastre militar de Alemania. Cercado y rendido el VI Ejército del mariscal von Paulus por el ejército rojo, el cojitranco discurseador preguntaba a la masa: ¿Queréis la “guerra total”? “Queréis ofrendar la vida por nuestro líder máximo, nuestro Fuhrer”?.Así pues andaba por aquéllos tiempos y en aquélla comarca devastada por la guerra, con su látigo verbal el publicista de herr Adolf. Y por manera que el despilfarro de las palabras y del tiempo no es, en absoluto, privativo ni marca de fábrica de la venezolanidad. Ayer u hoy, hacia el naciente o el poniente, en el norte, al mediodía o en el sur, la gente, sobre todo quienes tienen el poder, excretan enormes cantidades de palabras.

Hoy vivimos en la segunda década del siglo XXI. Mas el verbo y el tiempo siguen imperturbables en su mismo camino. Ambos son recursos naturales, fácilmente extinguibles, escasos, no renovables. Su empleo no puede ser consumido alegre e irresponsablemente. Lo que uno vaya a decir en 8 o 10 horas de fastidiosas e insípidas peroratas puede resumirlo, es decir sintetizarlo en un ½ hora. Organizada la mente para decir el discurso, como pautaba en su “Retórica” el sabio e inmortal filosofo griego Aristotéles: La disertación va del Exorde, a la Narratio, la Confirmatio y el Epilogue. O, mejor aún: la Inventio (Planteamiento de las pruebas. Lo que se quiere demostrar), la Dispositio (Ubicación y explanación de las pruebas), la Elocutio (Forma verbal de los argumentos), y la Actuo (la Conclusión).Con esto se preservaba al Verbo, recurso natural no renovable.




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