Boda de Mauricio Vargas y María Irene Urdaneta. / Foto: JHONNATAN BENÍTEZ | @jhonnaphoto

8 Feb, 2017 | Mauricio Vargas y María Irene Urdaneta definitivamente nacieron para estar juntos. Y es que el destino se ha encargado de reunirlos y reafirmar dicha unión con el pasar de los años. La última prueba de esto es su ceremonia de matrimonio eclesiástico, donde por medio de la primera comunión de sus hijos lograron consagrar su amor ante los ojos de Dios.

Mauricio comentó emocionado que ellos fueron novios durante cinco años y luego estuvieron separados por 14 años, pero se reencontraron y no dudaron en casarse por civil. Durante 12 años, la idea de dar el sí ante Dios siempre estuvo presente, pero por motivos diversos no se había concretado.

Hace siete años decidieron abandonar Caracas y, junto a sus hijos mayores Oriana y Ricardo, se vinieron a la Perla del Caribe donde recibieron a su último retoño, Arturo. Guiados siempre por la fe cristiana, decidieron inscribir al segundo de sus hijos en la catequesis de primera comunión en la iglesia de San Charbel, templo ubicado en la urbanización Jorge Coll que cuenta con más feligresía que ladrillos, y durante una convivencia de padres comentaron que no estaban casados por la iglesia.

Mayita, como es conocida María Irene, y Mauricio no sabían que esta confesión haría un revuelo y, como cosas de Dios, todos los padres decidieron organizar la boda el domingo después de celebrar la primera comunión de sus hijos.

La calle fue el escenario para esta celebración y bajo la sombra de tres árboles de nim, la feligresía de la iglesia de San Charbel se acomodó para presenciar la unión de esta pareja. El cortejo fue integrado por las madres de los niños de catequesis, quienes muy coquetas vistieron de Denim, acompañados de Converse y una tiara de flores.

La decoración eran flores de papel elaboradas por los niños y que colgaron de las ramas de los árboles, así como un pequeño toldo sirvió para que el sacerdote Milton Correa bendijera esta unión.

Mayita y Mauricio son un ejemplo de que Dios actúa de manera misteriosa y de que la sencillez es más que suficiente cuando el amor es grande.