21 Feb, 2017 | Estamos sacudidos por escándalos de corrupción. Lamentablemente, nuestro país está calificado como uno de los más corruptos del planeta. Hace pocos días el Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluyó a Tareck El Aissami, vicepresidente de la República, en la lista de los narcotraficantes y la Embajada norteamericana en Caracas así lo confirma. Nuestra región insular tampoco escapa al fenómeno y se anunció la huida precipitada al exterior por el puerto de Güiria, estado Sucre, de un alto ejecutivo en la Faja Petrolífera del Orinoco, nativo de esta isla de Margarita.

La corrupción carcome y destruye la moral de los pueblos.

En el primero de los casos, el gobierno ha optado por lo fácil y sencillo: solidaridad automática con el personaje señalado, que a su vez se defiende diciendo que tal acusación es por su condición de “revolucionario”.

El otro caso es doloroso. Lo expreso con tristeza y pesar. Es un profesional margariteño, hijo de un hombre humilde, sencillo, trabajador ejemplar, a quien conocimos hace mucho tiempo en unas de las heladerías insignias de la margariteñidad: El Trompillo, allí en la calle Mariño de Porlamar.

La verdad sea dicha: no lo conozco de vista, trato y comunicación. Pero, a su padre sí lo conocí y me permito expresar esas palabras de reconocimiento y aprecio a él y a su familia. Me duele como margariteño y porlamarense, independientemente de sus ideas políticas.

Meditando sobre los hechos, recordé una pieza oratoria del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa en homenaje al General en Jefe Santiago Mariño. Dijo el ilustre margariteño unas palabras que pueden ser evocadas hoy con el mismo sentido de entonces, refiriéndose a Bolívar y a Mariño: “Nos quedan como herencia las manos limpias de los dos Libertadores y en este momento de gran corrupción en el país debemos ir ante sus tumbas para que Venezuela haga promesas de volver al recto camino de la honestidad y la probidad de la administración de los bienes públicos, que han servido para enriquecer a muchos, ientras el pueblo padece miseria y abandono. La vida limpia y la limpia administración de Bolívar y Mariño podrían ser banderas tremoladas en esta época donde los hombres se rinden ante el Becerro de Oro que promete la riqueza fácil, porque no proviene del trabajo, sino del peculado y de las malas artes de traficar con los dineros de la comunidad”. Ahora muchos dicen que lo importante es tener y se ahítan de bienes y dinero, pero no son más que podredumbre”.

Se puede tener sin ser, pero el ser limpio del hombre nos depara la fortuna del respeto y la consideración de los demás, aun cuando a la hora de la muerte, como a Bolívar y a Mariño, les falte la riqueza”.

En esta menguada hora dejo el mensaje del Maestro Prieto. Ojalá no lo olvidemos.