17 Mar, 2017 | Sí. El rojo es un gobierno al revés. Antes que crear destruye. Lo que dice y hace nunca cuadra con la verdad ni los hechos. Promete y no cumple. Nunca va derecho, siempre torcido. Lo suyo son atajos. Prefiere lo oscuro, el escondrijo a la claridad y lo abierto. Usa la ofensa como defensa, la amenaza es su instrumento, la mentira el mensaje y la represión respuesta. Estira lo que le es provechoso y encoge cuando algo lo afecta. Habla de inclusión y, descarado, siempre excluye al adversario. Nunca antes gobierno alguno fue tan pernicioso violador flagrante de la Constitución de la república. Busca demoler al que piensa distinto y obstruya su lastimoso paso, peor que el del elefante por una cristalería.

Niega constantemente que la inseguridad crece y mata gente. Asegura que combate la inflación. Y eso es incierto. No hay salario que aguante terrible realidad tan pasmosa. Ejemplo, la cesta básica cuesta 800 mil bolívares y una caja-CLAP 10 mil, pero en la calle, porque en los abastos no hay, un paquete de harina PAN cuesta 4.500 bolívares y un kilo de arroz es incomprable.

A cada rato el presidente viaja con numerosa comitiva por el mundo, a firmar acuerdos muy nimios que pueden suscribirse en cualquier cancillería, embajada e incluso consulado. Pero, indolente, para nada le preocupa que aumente la miseria y la hambruna cobre víctimas. Han muerto ya 27 niños. Claro, en Miraflores nunca falta nada. Todo sobra. Jamás se va la luz y siempre habrá agua y medicamentos.

Miedoso, no quiere elecciones. Antes, con apoyo poderoso en el CNE y el TSJ, las ganaba todas. Ahora, ninguna. Porque millones de los suyos le dirán no a la hora de la verdad. Tampoco ellos lo aguantan. El de Maduro es un gobierno equivocado. Jura hacerlo todo dentro de la constitución y fuera de ella nada. Pero Venezuela y el planeta entero han comprobado que el asunto es al revés: Fuera de la constitución, todo. Dentro de la constitución nada.