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Propaganda, mentira y manipulación
El Presidente gradúa médicos y otros profesionales, en cadena nacional, algo que hacían las universidades en el pasado en silencio, como resultado lógico y rutinario de su actividad académica.
Luis Fuenmayor Toro

21 Mar, 2017 | Un éxito de los gobiernos chavecos ha sido su política propagandística interna. El gasto en este aspecto ha sido inmenso; la presencia de la propaganda oficial en radio, televisión y otros medios es atosigante, el uso perverso dado a la Ley RESORTE es más que evidente, permitiendo al Gobierno disfrutar de propaganda política gratuita con el cuento de la “responsabilidad social” de los medios, y, finalmente, la utilización abusiva, politiquera y demagógica, de las cadenas de radio y televisión, para tener permanentemente la cara del Presidente frente a la teleaudiencia nacional y presentar como grandes acciones y logros revolucionarios, cualquier trámite rutinario de la vida cotidiana de todo Estado.

El Presidente gradúa médicos y otros profesionales, en cadena nacional, algo que hacían las universidades en el pasado en silencio, como resultado lógico y rutinario de su actividad académica. El Presidente anuncia la llegada de cientos de millones de billetes del nuevo cono monetario, cuestión que ha ocurrido en Venezuela, por lo menos, desde que se desató la inflación y devaluación en 1983, sin que los venezolanos hubiéramos sido sometidos a unas peroratas oligofrénicas cada vez que ocurría.

El Presidente entrega dos viviendas aquí, unas medicinas allá, unas bolsas de comida acullá; habla de la llegada de contenedores con trigo, para dar la impresión de una actividad permanente en la satisfacción de las necesidades del pueblo.

Estas medidas publicitarias, así como la publicidad técnicamente elaborada, como la hacen las empresas comerciales, tienen, sin duda, efecto en ciertos sectores poblacionales: sus fanáticos seguidores, que se reafirman en su posición, y grupos muy pobres y limitados culturalmente, que son seducidos con las promesas hechas desde el nivel más alto del Estado: la incorporación en listas para la recepción de “su casa bien equipada”, de un vehículo, de equipos de línea blanca, de becas; el carnet que garantizará lo que no garantiza la cédula de identidad.

Es la manipulación de la esperanza de quien no tiene nada y que, como quien juega lotería, anhela ser favorecido por la fortuna. Pero además, alrededor de estas actividades se gesta todo un mercado negro que genera ingresos a otra parte de la población y que se extiende más allá de los grupos esperanzados.

Pero al engaño demagógico se une la difusión de mentiras y medias verdades, que presentan a los gobernantes como la única gente trabajadora y eficiente, que ha existido en el país desde la independencia. La OPEP, en acuerdo con Rusia, decide reducir la producción petrolera y saltan Maduro y la Canciller y dicen que es el resultado de sus acciones internacionales; nada más alejado de la realidad.

Enfrentan la aplicación de la “Carta Democrática de la OEA” por intervencionista, pero se hacen los locos con la petición de aplicación de la Carta, hecha por Maduro contra Honduras cuando la crisis de Zelaya. Acusan a Obama y exculpan a Trump de las acciones contra el Gobierno, para ocultar los acuerdos con el nuevo Presidente de EEUU.




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