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El sainete
El señor Maduro y sus colaboradores son personajes de un sainete decadente que está destruyendo a Venezuela de manera cada vez más acelerada. Son motivo de bochorno internacional, en particular por el desempeño de sus funcionarios (in)diplomáticos.
Fernando Luis Egaña | flegana@gmail.com

5 Abr, 2017 | La palabra "sainete" tiene varias acepciones, pero la que nos interesa es la de situación o acontecimiento grotesco, ridículo y a veces tragicómico. El llamado "impasse" entre "poderes públicos", o más concretamente la reacción acusatoria de la Fiscal ante las sentencias del TSJ que terminaban de dejar a la Asamblea (y a ella) pintadas en la pared, es todo un sainete.

El señor Maduro y sus colaboradores son personajes de un sainete decadente que está destruyendo a Venezuela de manera cada vez más acelerada. Son motivo de bochorno internacional, en particular por el desempeño de sus funcionarios (in)diplomáticos, y son motivo de rechazo nacional por la catarata de desmanes y atropellos de la hegemonía despótica, depredadora y envilecida que todavía representan.

La ciudadana fiscal tiene muchos años convalidando todo eso, y además disparando más municiones para la obliteración del estado de derecho y para garantizar la impunidad de la megacorrupción. Por eso, sus declaraciones de hora undécima, invocando la defensa de la Constitución, sabiendo que podía ser "relevada" en el cargo, gracias a las referidas sentencias, no tienen credibilidad sino en los ámbitos del sensacionalismo opinático. En otras palabras, puro sainete.

Lo que no significa que el sainete sea un mero montaje, sino más bien la expresión de una realidad conflictiva del oficialismo, que se tensa ante la catástrofe interna y las presiones exteriores. Por lo general, la procesión ha ido por dentro, pero en esta ocasión se desbordó hacia afuera. Hubo y hay muchas angustias por los lados de Miraflores y Fuerte Tiuna, pero éstas tienen, básicamente, un origen endógeno en los pleitos por el poder hegemónico.

La "revolución" perdió su cerebro principal con el fallecimiento de Fidel Castro. Y se están apreciando algunas consecuencias. Quizás este sainete sea una de estas. Lo que va a ocurrir, es que seguirán las situaciones grotescas y más trágicas que cómicas, en la medida que la hegemonía no sea superada, es decir en la medida que no cristalice una conducción política dispuesta de verdad a superar la hegemonía. Ese es el llamado, por cierto, del importante documento de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Y mientras tanto, quien sufre es el pueblo venezolano, agobiado por la escasez, la inflación, la violencia, las estrechas oportunidades de sobrevivir en medio de una crisis humanitaria sin precedentes en la era petrolera. Lo que hace falta no son más sainetes, sino la obra épica de reconstruir a Venezuela.




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