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Dialéctica de la derrota
Dotados de la experiencia del "Plan Cóndor" y, a la vieja usanza de la mafia, formaron un nuevo "sindicato". Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay, servirían de punto de partida para la nueva estrategia, quisieron sacarnos de Mercosur. Los volvimos a derrotar.
Hugo Cabezas | @hugocabezas78

11 Abr, 2017 | Desde hace unos cuantos años venimos interesándonos por los cambios, las mutaciones que se producen en la vida, sobre todo en los de la vida vivida, en eso que llamamos sociedad.

Cambios y mutaciones que Heráclito describió muy bien cuando afirmó que: "nadie se baña dos veces con el agua de un mismo río", a lo cual llamó Dialéctica. Concepto que, desde entonces, viene utilizándose para dar explicación a los distintos momentos que se producen en la acción humana.

Eso que Thomas Kuhn llamo paradigma y que tan magistralmente desarrollóo en su libro "La estructura de las revoluciones científicas" (1962), el cual era, y tal vez sigue siendo, de obligatoria lectura en nuestra universidad; sobre todo, en las carreras de carácter humanístico.

¿Por qué esta referencia? Porque la actuación de los factores desestabilizadores, anticonstitucionales y golpistas contra la Revolución Bolivariana no podrá ser entendida si no la ubicamos en un tiempo y un espacio, en el cual sus ejecutores han actuado y actúan.

Comencemos por el principio. Desde antes de la victoria electoral del Presidente Hugo Chávez, en 1998, los sectores oligárquicos del país, esos que el historiador Carrera Damas llamó la clase dominante, en alianza con el gobierno de Estados Unidos, presidido entonces por Bill Clinton, comenzaron a enfrentarlo. Obtenida la victoria, dando cumplimiento a sus ofertas electorales, la propuesta de elaboración de la Constitución Bolivariana, la cual dio inicio a la V República, recibió los más descalificadores calificativos, el oposicionismo a la misma fue intenso y profundo.

Con el golpe del año 2002, la aniquilaron. La tiraron al cesto de la basura, dijeron que no servía para nada. Para ellos no podía servir. En ella se plasman principios fundamentales para la construcción de una Venezuela en donde impere la justicia social, la igualdad y la felicidad; en ella, se plasman principios muy caros para una nación: soberanía, libre determinación e independencia; en ella se define al Estado venezolano como un Estado de democracia participativa y protagónica, de derecho y de justicia. Esta fue la segunda gran derrota del oposicionismo.

Desde entonces, no han cesado en sus intenciones desestabilizadoras y golpistas. Actuación que han sabido disfrazar, pero que, como toda mentira, "tiene las patas cortas".
Al principio, quisieron hacerla aparecer como una lucha entre sectores políticos nacionales. Para ello, se valieron de las más variadas instituciones: la Iglesia, Fedecámaras, la CTV, los medios de comunicación, las universidades, algunos sectores de la Fuerza Armada, entre otros. Luego, comenzaron a asociarse con exmandatarios extranjeros: Uribe, Aznar, Alan García, Arias Sánchez, entre otros. De nuevo los derrotarnos.

Tercos han sido y son. Su objetivo sigue siendo el mismo: tomar el poder, como sea. Ante el fracaso de sus dirigentes, pusieron a las esposas de algunos de ellos a ocupar el rol de dirigentes. Viajar al exterior siempre será mejor que los oficios del hogar, se dijeron. De nuevo los derrotamos. Algo hay que reconocerles: son perseverantes.

Perseverantes para qué. Para recibir línea del Imperio. Ante el fracaso de estos, le impusieron a Luis Almagro. Ese espécimen, resurrección de Lucifer, salido cual Minotauro de la mitología griega, ha cumplido fielmente el rol encomendado. Ha espetado contra la Patria de Bolívar toda clase de calificativos. De todo nos ha acusado. Pero, ya nadie le cree. También lo derrotamos.

Dotados de la experiencia del "Plan Cóndor" y, a la vieja usanza de la mafia, formaron un nuevo "sindicato". Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay, servirían de punto de partida para la nueva estrategia, quisieron sacarnos de Mercosur. Los volvimos a derrotar.

El Departamento de Estado, ante tanto fracaso, decidió jugárselo todo. La OEA tiene que ser el escenario para tumbar a Maduro, se dijeron. Los gobiernos con mayores problemas del hemisferio, incursos en los mayores actos de corrupción, golpes de Estado, crímenes, violación de los derechos humanos, desaparecidos, son los nuevos espadachines. De nuevo los derrotamos.

Clinton, Bush y Obama, con el mismo objetivo, diseñaron estrategias distintas para derrocar a Chávez y Maduro. La derrota tiene su dialéctica. No lograron derrotarnos, ni lo lograrán.




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