26 Abr, 2017 | Una gran cantidad de iniciativas a nivel mundial promueven el desarrollo de modelos, prototipos y proyectos que pueden ser desarrollados por personas independientemente de si ellas pertenecen al sistema educativo o del nivel en que se encuentren, con los fines de ampliar los límites del conocimiento, vincular los talentos a la solución de problemas y proyectarlos en la sociedad. Las ofertas son para estudiantes o todo público y las áreas de desarrollo son: negocios, arte, ciencias sociales, ingeniería y tecnología, turismo, desarrollo sostenible, ciencias naturales, matemáticas, etc. Los promotores son normalmente empresas o sociedades de conocimiento y los espacios de participación son organizados comúnmente como competencias entre equipos.

Ahora bien: ¿Cómo es la participación de nuestras universidades en esos eventos para la generación de modelos, prototipos y proyectos? No toda la información respecto a nuestros estudiantes y universidades en estas competencias está disponible. En todo caso, la participación de nuestras universidades no se conoce a profundidad y no se dispone de mecanismos para identificar, documentar, validar y reconocer los resultados por la participación en tales eventos.

Las razones de esta ausencia de información en los sistemas educativos pueden ser internas o externas. Dentro de las delimitaciones intrínsecas al sistema educativo se tiene que esos espacios de encuentro se constituyen como proyectos de investigación extracurriculares por lo que se reconocen como aprendizaje no formal o informal. En este caso, algunas tradicionales teorías de la educación no son proclives a los proyectos extracurriculares ya que no son promovidas por instituciones de educación, y reconocer el aprendizaje de un individuo, sin haber guiado el proceso de enseñanza, involucra responsabilidades. Extrínseco al ámbito educativo, aún las sociedades se concentran en el aprendizaje formal en instituciones educativas lo que conduce al desconocimiento de algunos sujetos y la subutilización del talento encubierto en la sociedad.

Pero, ¿deben quedarse las instituciones educativas de espaldas al conocimiento adquirido por los estudiantes o por los ciudadanos? ¿No debería el sector educativo ser suficientemente ágil como para identificar los talentos encubiertos en sus sociedades y desarrollar nuevas ofertas que permitan la inclusión de ellos a las oportunidades de aprendizaje y al avance académico por el reconocimiento de sus saberes? La Unesco ha explicado exhaustivamente los propósitos y beneficios de reconocer el aprendizaje no formal e informal.

Sin embargo, reconocer el aprendizaje de un individuo, sin haber guiado el proceso de enseñanza, involucra la evaluación de la puesta en marcha de procesos cognitivos, no supervisados, que determinan que un individuo alcanzó una competencia. Es decir, evaluar si el individuo alcanzó un nivel satisfactorio de conocimientos y habilidades, la capacidad para aplicar ese conocimiento demostrando valores y actitudes como compromiso ético. Esto parece ser un punto de intimidación hasta para las instituciones educativas más experimentadas donde el perjudicado es el estudiante o ciudadano que hizo esfuerzos por adquirir conocimientos, desarrollar el proyecto y defenderlo entre pares. En todo caso, la consideración de tales actividades como parte de la malla curricular dentro de los programas de estudio varía entre universidades en Venezuela, donde lo que sí queda claro es que aún no es política académica que el estudiante tenga la posibilidad de elegir la participación en estos proyectos para su avance académico.

A pesar de que la investigación extracurricular asoma relación inevitable con el reconocimiento de saberes y competencias para la libertad del ciudadano de elegir la forma de avance académico, la influencia de este tipo de investigaciones con la ciencia y la técnica en nuestra región tampoco ha sido determinada, aunque ya se observen redes estudiantiles de investigación, órganos de divulgación, prototipos y proyectos, congresos estudiantiles nacionales e internacionales científicos, humanísticos y tecnológicos. Por lo cual, aunque la política universitaria siga siendo desconocer el aprendizaje alcanzado en proyectos extracurriculares, ya los estudiantes están organizando su propio camino científico.