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19 de abril de 2024





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María Pancha: Presencia inextinguible en Antolín
Caminaste los caminos del silencio con entera libertad y pasos firmes. Tu rostro reflejaba las penas de tu alma. Los dolores de tus entrañas. Los sufrimientos implacables de tu vida. Los golpes traicioneros de la ausencia. Tu hija fue tu fiel acompañante por esos caminos intrincados de la vida. Se hizo mujer en el cuadril de tu andar.
Tarcisio Rodríguez

27 Abr, 2017 | Tu nombre emerge como agua cristalina de manantial, cuando el sol, en su despertar de amaneceres, ilumina el rostro virginal de Antolín. Eres la dama de aquel tiempo. De caminos de arena y sol. De abrojos. De silencios y soledades. Sempiterna caminante. Aricagua y Playa El Agua fueron rutas permanentes en tu andar. Tus caminos transitados entre guamaches de veranos tienen las huellas de tu alma.

¿Qué sastre diseñó tu vestido para darle las medidas perfectas a tu cuerpo? ¿Qué artesano tejió tus alpargatas para protegerte de las arenas calientes de aquellos caminos soleados? ¿Qué materiales usó para hacerte ese calzado tan resistente, que te acompañó hasta el final de tu existencia? ¿Quién tejió tu sombrero de cogollo, con las alas perfectas, para protegerte del sol? ¿Quién tejió el mapire de tu conciencia para cargar las tristezas y las soledades que el destino te entregó?

Caminaste los caminos del silencio con entera libertad y pasos firmes. Tu rostro reflejaba las penas de tu alma. Los dolores de tus entrañas. Los sufrimientos implacables de tu vida. Los golpes traicioneros de la ausencia. Tu hija fue tu fiel acompañante por esos caminos intrincados de la vida. Se hizo mujer en el cuadril de tu andar.

A veces me pregunto, ¿qué magia tiene tu personalidad en la historia de Antolín, que atrapa lo más sublime de mi ser? Tal vez por la forma de vivir la vida. Sin poses. Como te dio la gana. O quizás, porque vi caminar la miseria entre los resquicios de la opulencia, en aceras de sombras y silencios; y descubrí la grandeza de tu alma y de tu espíritu.

Hoy, María Pancha, en este océano de nostalgias y desesperanzas que abaten mi existencia y, en el umbral de mi vejez, sigo viajando con el tiempo hacia no sé dónde, para seguir haciendo permanente tu recuerdo, y desterrar las miserias.




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