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El político
El germen de las crisis políticas que hoy vive la humanidad, muchas veces está relacionado con las verdades a medias que los políticos buscavotos, encaramados en una tribuna, les dicen al pueblo.
Félix Roque Rivero @Espartaco2021 canaimaprofundo@hotmail.com

27 Abr, 2017 | Se dice que Marco Aurelio, el gran orador y gobernante romano afirmó una vez que “Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad”. Cuánto de cierto en lo afirmado por el tribuno latino si lo traemos al presente e intentamos descifrar los discursos de nuestros políticos. Recuerdo que mi padre Félix Jerónimo, que desconfiaba de los políticos, una vez, en un mitin escuchó a uno prometer la construcción de un puente para pasar un río, advertido el “líder” por las masas de que en el pueblo no había río, ripostó de inmediato: “no importa, también le construiremos el río”. La demagogia discursiva de los políticos en campaña contradice lo afirmado por Nadezhda Krúpskaya, esposa de Lenin, quien dijo: “A las masas hay que decirles siempre toda la verdad, la verdad llana y lisa, sin temor a que esa verdad las ahuyente”.

El germen de las crisis políticas que hoy vive la humanidad, muchas veces está relacionado con las verdades a medias que los políticos buscavotos, encaramados en una tribuna, les dicen al pueblo. Se olvidan de una verdadera praxis política que no es otra cosa que brindar a las masas una correcta orientación de control social, de participación ciudadana, vinculada a la realidad concreta, a la población, a los servicios públicos, sin mascaradas populistas.

Según enseña Norberto Bobbio, la política en los tiempos modernos, ha sido sustituida por expresiones tales como “ciencia del estado, doctrina del estado”. Para José Martínez Ruiz, mejor conocido como “Azorín”, el político debe tener fortaleza y no vestir como un mamarracho. Debe tener la virtud de la eubolia, es decir, hablar convenientemente y con sentido de prudencia. Pensar todo cuanto vaya a decir y quizá no decir todo cuanto piense. Para él, el político debe leer poco o mejor no leer nada que de eso se ocupen sus asesores. Azorín escribió su obra “El político” en el campo, hastiado de tanto escuchar a los políticos, de allí la ironía de su pensar. Es el costo de la política lo que está de moda.

En Venezuela hemos tenido políticos capaces de todo a la hora de discursear. De ellos, me quedo con Bolívar, llamado por Cecilio Acosta “la lengua de las maravillas”. Aquel invicto capitán que llamó a desobedecer a la naturaleza, criticando a la sociedad colonial conservadora diciéndoles que 300 años de calma eran más que suficientes y los conminó a ser libres. Esa lengua atrevida que llevaba la revolución impregnada de fuego en las asambleas, que sublevaba pueblos enteros, ponía a marchar ejércitos a través de los Andes bajo el ardor de sus arengas haciéndolos triunfar frente a enemigos poderosos. Ese Bolívar que se dirige a los soldados en Ayacucho para reconocerles el haber dado la libertad a la América meridional y una cuarta parte del mundo es el monumento de su gloria y por ello deben recibir la ilimitada gratitud tributada a nombre del Perú todo. Ese Bolívar galante que al recibir unos dulces elaborados por la señora Eufemia Llaguno de Garaycoa, le dice “tanta bondad merece un infinito agradecimiento por esas virtuosas manos”.

Mandela acostumbraba decir que el político que habla con la verdad a su pueblo, siempre contará con el respaldo de Dios. Nuestros políticos deben dejar de continuar lanzando bidones de combustible a los oídos de la gente, poner a un lado sus barrabasadas y de manera sencilla asumir los clamores populares, ser honestos y consecuentes con sus ofertas electorales. Calcular menos y resolver la ecuación ante las masas: ¡¡hablarles con la verdad, siempre la verdad!!




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