29 Abr, 2017 | Hace algún tiempo, sin embargo no mucho, como para que cualquier venezolano con ojos medio abiertos y una pizca de sentido común, ubicado dentro o a la periferia del sector chavista, no advirtiera con angustia y temor la continua deterioración del gobierno de los sucesores del líder desaparecido. Eran signos demasiado obvios y ominosos los que presagiaban la crisis. Las señales indicadoras del sendero al infierno.

En la economía, lo sustantivo: persistencia perversa del modelo rentista petrolero. Corolario: Reimplantación de las prácticas clientelares político-electoreras del régimen de los antiguos partidos y de la denostada cuarta república.

En lo político: supresión estalinista de los fundamentos de la democracia interna, como la renovación mediante elecciones de cuadros dirigentes, de los debates, del análisis dialéctico de los hechos sociales y económicos e internacionales que tejen la realidad. Corolario: Formación y enquistamiento de cúpulas burocráticas, corruptas y nepóticas. Y éstas mucho más pendientes de sus privilegios y los de sus familias, de sus negocios, y de la conservación de los mismos, que de los problemas e intereses de vastos y más necesitados sectores del pueblo.

En lo internacional: En lugar de calcar la cautelosa, sutil y sobria diplomacia cubana, vocinglería, insultos y trapacería y sórdidos negocios con importación de alimentos, el petróleo y empresas constructoras éticamente cuestionadas /Odebrecht/.

Así se llegó al proceso electoral del 6-D-2015. Sólo los enchufados, los parásitos mercenarios exprimidores del tesoro público y alguno que otro iluso o incauto, no veía lo que iba a suceder. Lo ocurrido en esa jornada electoral ha debido ser un aldabonazo a fin de depurar al organismo del gobierno y su soporte partidista de los cuadros derrotados y verdaderamente humillados con la caída electoral. No fue así. Cínicos o ciegos y sordos, se comportaron como si no hubiese sido con ellos, y a causa de ellos, que se produjera el fracaso, el abandono de las mayorías, la pérdida de la confianza en los sucesores del mandato de Chávez.

Siguió entonces el descenso inatajable a los abismos. El inexorable camino al infierno. Lejos de cazar el momento, aprovechar la oportunidad ofrecida a los efectos de enmendar y rectificar, abrazando al pueblo todo en una gran política de cambio y renovación, se afianzó la línea de desapego al texto y los valores de la CRBV. Orden fue girada al TSJ de arrebatarle a la AN atribuciones específicas, a fin de abrirles de par en par, la faja petrolífera del Orinoco y el Arco Minero de Guayana a empresas extranjeras y se aceleró la crisis actual.

Llegamos así al infierno tan temido e insospechado, inverosímil y siniestro de una guerra civil en Venezuela.