20 May, 2017 | Es el hogar, sin duda alguna es el mejor centro de educación que puede haber para la formación de las personas. Nosotros somos de adulto el reflejo de lo vivido en nuestras casas. Esta formación desconoce de una formula científica que se vincule a un plan pedagógico, su origen es generacional y se supone que irradia buenas costumbres o practica de convivencia. Juega un papel preponderante los valores, la ética y la moral, inculcados en el hogar. La conjunción de estos tres elementos configura, lo que se conoce como hombres y mujeres de bien; capaces de trabajar en positivo por la nación. Es el rescate de estos principios los únicos capaces de ayudarnos a salir de esta crisis social por la que atravesamos, producto de un manejo político por reacción.

Más que una guerra económica, que una comprobada injerencia internacional de imperios o un comportamiento político asimétrico, debemos concentrarnos en refundarnos como familias. Son las familias y la fe en Cristo los únicos medios para salir con gloria de esta crisis, negar esta realidad resultaría una manifestación de egoísmo o ateísmo. Tiene que llegar el momento de respetarnos como hermanos nacidos en una misma tierra, todos somos necesarios. Revindicar los hogares como centros primigenios de la educación debe convertirse en una tarea de Estado, allí se deben aprender el respeto por la otrocidad, y lo más importante que requiere Venezuela el ejemplo familiar en valores.

Las patologías del abandono del hogar se ven manifestadas en los altos índices delictivos, nuestros niños y niñas muy poco comparten o conocen del calor familiar, ellos dejan de participar en actividades del hogar que reúne la participación de la figura materna y paterna. Es en esta realidad donde agentes desestabilizadores aprovechan para, confundir los caminos de nuestros hijos; haciendo que sus actos tributen a una descomposición social que hoy vemos en nuestro país. Es la familia la cura a tantos problemas sociales y somos nosotros los responsables de los hogares los llamados a asumirla. Nunca es tarde hagamos lo que nos toca.