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Especialistas advierten sobre el efecto de la crisis venezolana en la salud bio-psico-social
Los hechos reales a los que hemos estado expuestos y la sobreexposición a información que que muestran un alto grado de violencia y conflictividad socio-política, pueden generar estrés, impotencia, rabia, desesperanza, incertidumbre, desarraigo, duelo ante las pérdidas, entre otras reacciones.
Redacción | @elsoldmargarita

Foto: CORTESÍA - Youtube

Dra. Marianela Castés, miembro fundadora y honoraria de nuestra SVPNI. / Foto: CORTESÍA - Youtube

19 May, 2017 | La Sociedad Venezolana de Psiconeuroinmunología (SVPNI), la Asociación Creando Salud y el Eje de la PAZ de la Universidad del Zulia, comprometida con la salud de nuestra población venezolana y asumiendo la responsabilidad profesional, ética y ciudadana, nos pronunciamos ante la crisis que transitamos como país, la cual puede modificar nuestra salud individual y colectiva, generando profundas alteraciones bio-psico-socioemocionales.

A la crisis actual puede sumarse una importante crisis psicológica en las personas, a partir de eventos traumáticos que impliquen cualquier tipo de violencia o trasgresión de los Derechos Humanos, desbordando excesivamente la capacidad de una persona para manejarse en su modo habitual.

Entre sus manifestaciones se encuentran la perturbación de la estabilidad física, mental y social, el fracaso de los mecanismos para hacer frente a las situaciones estresantes, el deterioro funcional significativo, así como una clara evidencia de sufrimiento y dolor psíquico, ya que el evento puede rebasar la capacidad de respuesta de las personas.

Los hechos reales a los que hemos estado expuestos y la sobreexposición a información que que muestran un alto grado de violencia y conflictividad socio-política, pueden generar estrés, impotencia, rabia, desesperanza, incertidumbre, desarraigo, duelo ante las pérdidas, entre otras reacciones. Las vivencias ante un hecho violento, exigen un gran esfuerzo para poder comprender, afrontar o escapar de la situación, produciendo una serie de reacciones en cascada bio-psico-emocionales, que al intensificarse y cronificarse pueden conducir a la pérdida de la estabilidad e integridad emocional, y en general a la pérdida de la salud en todas sus dimensiones (biológica, cognitiva, psicoemocional, espiritual y socioecológica), y ello a su vez puede predisponer a la aparición de la enfermedad en las personas.

La humanidad está en proceso de cambio y transformación. Podemos continuar el camino hacia la autodestrucción o por el contrario hacia la coevolución consciente, tal como plantea la Dra. Marianela Castés – miembro fundadora y honoraria de nuestra SVPNI. Ella afirma que “todo caos nos abre a la posibilidad de generar un nuevo orden”; así, aunque actualmente nos encontramos en medio de una transición que puede representar caos para muchos de los venezolanos, también está en nosotros la posibilidad de tomar consciencia de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde queremos ir, como individuos y como población, y en este sentido, cuál es la sociedad que queremos construir.

Por lo tanto, el camino hacia la coevolución consciente como humanidad y como venezolanos, incluye la posibilidad de rescatar en nuestros espacios individuales y colectivos, los valores de paz, solidaridad, tolerancia, justicia, salud integral, aceptación de la diferencia del “otro” como poseedor de derechos, escucha de las demandas, propuestas y alternativas para la transformación, para construir cimientos seguros que nos permitan una convivencia más saludable.

Desde ahí sugerimos:

A los afectados:

Reconocer y aceptar el impacto emocional de la crisis en nuestro estado anímico, relaciones con los otros, en nuestro cuerpo, y devenir cotidiano, en general.

Aprender a reconocer y evaluar los signos de estrés cuando aparecen, trazando planes y metas para manejarlo, formulando estrategias preventivas para mitigarlo (resolución de crisis y empleo de sistemas de apoyo).

Buscar fortaleza en las redes de apoyo social, familiar y laboral, nutriendo los vínculos afectivos. En estos momentos se hace indispensable cuidar esas relaciones en que experimentamos amor, aceptación, respeto y cuidados, y a su vez corresponder a ellas.

Flexibilizar rutinas y jornadas, en virtud de los cambios inesperados.

Dosificar la cantidad de información que se revisa diariamente y verificar la validez y ubicar fuentes confiables.

Tomarse un breve descanso (alguna actividad de índole recreativa, conectarse con actividades que ayuden a recuperar el buen humor, la alegría, la serenidad y la paz interior).

Dedicar algunos espacios para realizar actividades que nos hacen sentir absortos, retados y satisfechos (si nos gusta pintar o escribir, ¡pues dediquemos algunos ratos a ello en el transcurso de la semana!). Ello protege nuestra salud.

Procurar descansar lo suficiente para reponer energía y fuerzas.

Cuidar de la alimentación; vigilar qué y cómo estamos comiendo.

Compartir experiencias vividas y hablar sobre sus sentimientos (en un espacio seguro, empático).

Evitar tomar decisiones precipitadas.

Llevar a cabo actividades como orar, hacer meditaciones, relajación, imaginaciones, entre otras, que nos procuren momentos de calma y sosiego, en medio de la crisis. Esto puede fortalecer nuestra salud y alejarnos de la posibilidad de enfermar.

Tener en mente y colocar nuestro foco en todo aquello que le da sentido a nuestras vidas, y que puede procurarnos fuerzas y motivarnos a seguir adelante (nuestros sueños, aspiraciones y proyectos más preciados). Y si la crisis nos lo ha arrebatado, redimensionarlos y procurarnos otros, tan pronto ello sea posible.

Ayudar a otros: las acciones compasivas protegen nuestra salud.

Cultivar el agradecimiento: no es una panacea, mas puede ser de gran utilidad. Vivir desde la gratitud implica estar más atentos a aquello con lo que sí contamos, y sacar menos "cuentas" de lo que carecemos. Aún en las crisis y adversidades, es posible sentir agradecimiento. Se trata de sacar con pinzas las bendiciones que se encuentran tras las vicisitudes y tragedias.

Pedir ayuda: reconocer y aceptar que como seres humanos podemos ser vulnerables ante las dificultades, y que en ocasiones nos resulta difícil caminar solos.

A los acompañantes y orientadores:

Ayudar a las personas afectadas a tomar decisiones para resolver los problemas urgentes causados por la crisis.

Contribuir a satisfacer las necesidades básicas y de supervivencia.

Preservar la seguridad interpersonal a las víctimas.

Reducir la tensión y el dolor emocional.

Favorecer el desarrollo de actividades solidarias y de ayuda mutua.

Restablecer el sistema adaptativo de la persona, su entorno familiar y social lo más pronto posible.

Fuente: https://marianelacastes.wordpress.com




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