23 May, 2017 | La juventud venezolana está llena de gloria y heroísmo. José Félix Ribas lo hizo con la batalla de La Victoria en la época independentista y de allí nace el día de la Juventud. Villalba, Leoni y otros líderes lucharon contra la dictadura gomecista y conformaron la generación del 28 que marcó el rumbo del cambio político. Los jóvenes universitarios se alzaron ante la dictadura perezjimenista y de allí nace el Día del Estudiante Universitario.

Hoy, de nuevo los jóvenes están en la calle. Reclaman cambio político en democracia y paz, quieren elecciones libres y transparentes y reclaman alimentos y medicinas. Quieren un país democrático y próspero. Hoy, de nuevo los jóvenes riegan con su sangre el suelo sagrado de la patria, víctimas de un régimen autoritario que pretende burlar la voluntad popular.

En los últimos 45 días han fallecido 43 jóvenes asesinados en manifestaciones de protesta por la recuperación democrática. Matando a los jóvenes no se hace patria. Matar a los jóvenes es un signo inequívoco de indignidad y tiranía.

Si el Presidente de la República y el grupo que lo rodea cumplieran con lo pautado en la Constitución estaríamos en paz. Pero, Maduro y los poderes públicos secuestrados, impidieron el referendo revocatorio y no han convocado a las elecciones de gobernadores y diputados a los consejos legislativos y tampoco han llamado a elecciones de alcaldes y concejales, violando la normativa de la Carta Magna.

Ahora pretenden distraer con el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente.

Un gobierno que cuenta, si acaso, con un 20% de apoyo no puede imponer por la fuerza al 80% del país una Constituyente sectorizada y fraudulenta.

Un Presidente que ofende e insulta a la dirigencia opositora, que gobierna a fuerza de bayonetas, no tiene credibilidad para llamar a la paz. Una Constituyente debe ser el producto de un acuerdo político y aquí no hay nada de eso, sino lo contrario, represión, odio e intolerancia.

El gobierno inútilmente trata de responsabilizar a la oposición de lo que ellos hacen. Hay que preguntarse quienes han agredido a los diputados Julio Borges, Juan Requesens, Delza Solórzano, Carlos Paparoni, Julio Montoya y José Manuel Olivares, para solo señalar algunos y quiénes son los responsables de las lamentables muertes de estos jóvenes.

Claro, que la oposición comete errores y eso hay que superarlo con dirección política en la lucha de calle.

No hay que cambiar la Constitución. Hay que respetarla y cumplirla. Es todo.

Por eso, honor y gloria a la juventud, vanguardia de la lucha por el cambio político.