25 May, 2017 | Cualquier familia venezolana sabe a qué nos referimos. ¿A qué párvulo en nuestros hogares, por descuido o por demanda de su desarrollo, no recomendó el médico un reconstituyente? ¿A qué adulto abandonado de sí mismo no hubo que atajarle la desgracia con un reconstituyente? Si no sigues las pautas y no tomas la dosis sugerida, el resultado puede ser fatal. Tan alarmante es la anemia generalizada que no son pocos los que empiezan a padecer de c y esa subida de la bilirrubina en los glóbulos rojos es indicio de algo grave en el sistema circulatorio del Estado.

Como fracasaron las tres R (revisión, rectificación y reimpulso) apareció el Chapulín para decirnos “No contaban con mi astucia” y trajo así al escenario la cuarta R, la Reconstituyente, la ultimita, la salvadora, la Señora de la Paz, contra los imperialismos de partidos apátridas, contra la mussolinesca “traditores degli ideali e dei principi”, contra el confundido pueblo que amerita de la Misión Milagro para que le abra los ojos, contra la adecosis de comunistas arrepentidos, contra la vaga poesía de quienes creen que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, contra quienes no se han dado cuenta todavía que el socialismo está a la vuelta de la esquina, a pesar de que Fidel haya dicho antes de morirse que no sabía cuál era el camino para llegar a él, contra los que no quieren arrodillarse ni aceptar el bozal de arepa, contra tantos oligarcas en las calles, nada como la Reconstituyente, que no será otra cosa que pasar del voto libre y universal al voto censitario, cuyo resultado final radicará en el hecho de que siempre estarán los mismos en el poder.

Como en Cuba, donde el voto es una ilusión y nunca sabe el cubano de a pie cuál es el efecto de ese ejercicio “democrático”; “lo único que sabemos, me decía un profesor en la Universidad de La Habana, es que siempre aparecen los mismos jerarcas en el control del poder, en el que se mantienen desde hace más de cuarenta años”. Pues sí, la democracia participativa y protagónica ya no le sirve a quienes aspiran a preservar sus privilegios y a morir en el poder.

Cualquier cuadro de las bases del chavismo está consciente de cuántos “dirigentes” de esa flota a la deriva se han enriquecido con el presupuesto del Estado, pero prefieren callar porque “no le vamos a echar paja a la revolución”. De promesas y utopías estamos hartos.

¡Qué destino el de los que compran esperanzas! ¡Qué cojones, Dios mío!, dejar que los pillos avancen, se mantengan en el poder a cambio de dádivas, todo en nombre de lo que no existe: Ni ética, ni socialismo ni revolución.

No a una “constituyente” que en nada resolverá los apremiantes problemas del país, cuando su real propósito es blindar la permanencia de una casta política en el poder. No son más leyes las que necesitamos, la Constitución del 1999 es “inmejorable” como ha dicho la Fiscal, lo que se requiere es voluntad política para reorientar nuestro destino de país. No a una Constitución palaciega con disfraz de pueblo.