20 Jun, 2017 | León Tolstoi, creyente del cristianismo primitivo, lo dijo: “Si un hombre aspira a una vida correcta y noble, su primer acto de abstinencia será el de no lastimar a los animales”. También, en palabras más célebres, Mahatma Gandhi expresó: “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados en la forma en que sus animales son tratados”. Muy cerca se ubicó Emmanuel Kant, al señalar: “Podemos juzgar el corazón de una persona por la forma en que trata a los animales”.

“El alma –apuntó Hipócrates- es la misma en todas las criaturas, aunque el cuerpo de cada uno es diferente”. Arthur Schopenhauer fue más allá, agregando: “La conmiseración con los animales está íntimamente ligada con la bondad de carácter, de tal suerte que se puede afirmar que quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona. Una compasión por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral”.

Buda añadió en tanto: “Cuando un hombre se apiade de todas las criaturas vivientes, sólo entonces será noble”. San Francisco de Asís, por su parte, indicó: “Si tienes hombres que excluyan a alguna de las criaturas de Dios del refugio de la compasión y la pena, tendrás hombres que interactuarán de igual modo con sus semejantes humanos”.

Y por último, dirigido a la bestia militar que, sin compasión y con gozo, asesinó a “Cross”, que amigable salió a saludar a su verdugo, el epitafio de Lord Byron a un perro: “Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre, sin ninguno de sus defectos”.