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Xi Jinping marca una línea roja contra la democracia en Hong Kong
Decenas de miles de hongkoneses salieron a la calle para pedir más libertades democráticas el día que se cumple el 20° aniversario de su retorno a China y horas después de que el presidente chino Xi Jinping advirtiera en la ciudad que no tolerará ninguna amenaza contra el poder de Pekín.
EFE

Foto: EFE

El presidente chino, Xi Jinping y su esposa, Peng Liyuan, a su llegada a Hong Kong. / Foto: EFE

1 Jul, 2017 | Hong Kong. El presidente chino Xi Jinping marcó este sábado las líneas rojas en Hong Kong frente al auge del activismo joven que nació de la frustrada "revolución de los paraguas" y que hoy, cuando se cumplen 20 años del fin de este territorio como colonia británica, le reclama democracia plena.

"Cualquier intento de poner en peligro la soberanía y seguridad de China, de desafiar el poder del Gobierno central (...) es un acto que cruza la línea roja y es absolutamente inadmisible", advirtió Xi en el último día de su viaje a Hong Kong.

Tras unos últimos años de intensas protestas contra su Gobierno y la aparición de nuevos grupos políticos prodemocracia e incluso independentistas, se esperaba que Xi lanzara un duro mensaje en su primera visita al territorio como presidente.

"Crear deliberadamente diferencias políticas y provocar confrontación no resolverá los problemas. Al contrario, sólo impedirá severamente el desarrollo económico y social de Hong Kong", consideró el presidente en un discurso para conmemorar el vigésimo aniversario del retorno del territorio a la soberanía china.

Cuando Londres aceptó devolver Hong Kong, Pekín se comprometió a respetar el sistema que habían dejado los británicos: con libertades que el Partido Comunista no permite en el resto de China -como la independencia judicial o libertad de expresión- y con el compromiso de garantizar el sufragio universal en un futuro.

Hoy, numerosos hongkoneses creen que el régimen comunista no ha cumplido y sienten que sus libertades se están erosionando, pero Xi refuta esa percepción.

"La sociedad de Hong Kong disfruta de mayores derechos democráticos y libertades que en ningún otro momento de su historia", defendió el presidente frente a las críticas.

El jefe de Estado chino reclamó unidad, invitó a los hongkoneses a no dejarse llevar por las distorsiones políticas y les instó a centrarse en el desarrollo económico, en un momento en el que Hong Kong ha perdido competitividad a nivel internacional y afronta graves problemas sociales por el desorbitado precio de la vivienda, entre otros factores.

También envió un mensaje a la nueva jefa del Gobierno regional, Carrie Lam, quien tomó posesión de su cargo este sábado frente a Xi.

El presidente enfatizó que Hong Kong "necesita mejorar sus sistemas para mantener la soberanía nacional y sus intereses de seguridad y desarrollo", en un claro guiño a Lam, a la que, según analistas, presionará para que aplique una polémica ley de seguridad nacional que se teme que recorte más libertades en la región.

Mientras pronunciaba su discurso, en la calle grupos como Demosisto, un partido surgido a raíz de las históricas protestas prodemocracia de 2014, trataba de protestar contra su visita, topándose con ciudadanos que, en aparente defensa de Pekín, trataron de boicotearles.

La tensión acabó con varios de los jóvenes activistas prodemocracia esposados y trasladados lejos de las inmediaciones del centro de convenciones donde Xi se dirigía a la sociedad hongkonesa.

Pocas horas después, una vez que el líder chino ya tomaba camino del aeropuerto, los miembros de Demosisto denunciaban la violencia ejercida por los agentes y por triadas (mafias) chinas, y consideraban que la policía había abusado de su poder para evitar que Xi tuviera algún inconveniente a su paso por la ciudad.

Lo cierto es que, una vez que el mandatario abandonó la región, los cabecillas de los movimientos prodemocráticos eran liberados y pudieron dirigirse a la histórica marcha que celebran cada 1 de julio en contra del régimen comunista con motivo del aniversario de la devolución.

Allí, decenas de miles de personas de todas las edades (60.000, según los organizadores) les acompañaron una vez más con duras críticas a Pekín y diferentes reclamos, entre ellos la liberación del Nobel de la Paz Liu Xiaobo, excarcelado recientemente tras casi nueve años de prisión por padecer un cáncer terminal y actualmente en un hospital bajo vigilancia.

"Sólo queremos nuestro hogar de vuelta. No queremos ser esclavos de China", resumía a Efe una participante de la marcha llamada Katie, poco antes de que comenzara a llover y las calles se llenaran de paraguas, reviviendo por un momento los días de la revolución.




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