11 Ago, 2017 | Sin dudas, el fraude constituyente era una jugada cantada. Nadie en su sano juicio esperaba que el régimen admitiera el fracaso de unas “elecciones”, donde nada había que elegir, sino que era una pantomima para su (des)legitimación y para tratar de desmoralizar a la oposición. Luego, con un pueblo desmoralizado, lanzar el zarpazo final llamando a las elecciones regionales, donde se suponía que no participaría la oposición y ganar así, por forfait, todas las gobernaciones como ocurrió en 2005 con la Asamblea Nacional. Imagino al gobernador Carlos Mata Figueroa sacando sus cuentas y pensando en sus próximos cuatro o más años al frente de la gobernación. Desestimaron la astucia, madurez e inteligencia de una oposición que ha aprendido de sus errores, aunque a algunos les cueste admitirlo; y que estamos claritos en que no debemos abandonar ningún espacio: Calle, Internacional y Electoral.

Vamos con todo a las regionales. ¡Plooop! Quedaron como Condorito. Con las manos en la cabeza y ojos desorbitados se preguntan: ¿Y ahora! Por supuesto la angustia y agonía del gobernador aumenta cada día. Si de Caracas le permiten mantener la candidatura, que ahorita tiene dividida con una dama caraqueña ligada al turismo, ya no será un “yo con yo” como el 30J; tendrá que enfrentar la pesadilla que le atormenta desde hace meses: recibir la mayor paliza electoral que candidato alguno haya sufrido. Desde Acción Democrática estamos preparados para seguir en la calle y para participar en la contienda electoral.

Ya lanzamos nuestra mejor carta, Alfredo Díaz, candidato unitario que se perfila como el próximo gobernador, al contar con el apoyo de la inmensa mayoría de los neoespartanos; pero si nos tocara salvar algún escollo, no tenemos dudas de que lo venceremos. Ojalá el régimen no invente, porque una eventual suspensión de las elecciones ante la descomunal paliza que recibirá en todos los estados, sólo le complicaría aún más el panorama: lo afianzaría más en el camino dictatorial, le aumentaría el rechazo popular de la mayoría demócrata que desea votar, y le agregaría un clavo más a su ataúd político.