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De un tal Pinochet a un buen Padrino
En Venezuela, con la llegada al poder del comandante Hugo Chávez en 1998 se instauró un gobierno que se propuso dar al traste con el manojo de vicios que habían caracterizado a la llamada Cuarta República.
Félix Roque Rivero | canaimaprofundo@hotmail.com | @Espartaco2021

24 Ago, 2017 | En el Sur de América Latina, decir "milico”, "carabinero", es significar que se está hablando de militares y, no siempre de buenos militares. Así ocurrió durante el golpe de Estado contra el presidente mártir Salvador Allende. Frescas aún en la memoria las imágenes del estadio de Santiago de Chile repleto de detenidos. ¿Quién puede olvidar la manera salvaje como fue torturado Víctor Jara, a quien le aplastaron sus manos para que nunca más tocara la guitarra y luego fue fusilado y lanzado en una calle? De todas esas operaciones violadoras de los derechos humanos, la humanidad responsabilizó a un tal Augusto Pinochet, un general traidor a su presidente y a su pueblo. Este sanguinario chacal, escondido tras unos lentos oscuros, dictaba las órdenes que cortaron la vida de miles de chilenos que habían osado ensayar una salida pacífica hacia la democracia popular y el socialismo. Hasta la burguesía que lo aupó y respaldó, recibió buena dosis de las torturas que nacían de su conducta torcida y antihumana. La patria de Neruda fue durante casi veinte años una cárcel gigantesca donde Pinochet, cachorro de la CIA, sació su sed de verdugo sin que ningún organismo internacional lo retara, claro, él gozaba de la bendición del imperio norteamericano y de los poderes fácticos que gobiernan esa gran Nación. Hasta una constitución impuso, aún vigente.

Como antítesis de lo anterior, en Venezuela, con la llegada al poder del comandante Hugo Chávez en 1998 se instauró un gobierno que se propuso dar al traste con el manojo de vicios que habían caracterizado a la llamada Cuarta República. Uno de esos aspectos lo fue el relacionado con las fuerzas militares. Por muchos años, los gobiernos puntofijistas tuvieron en la casta militar a unos aliados serviles que se prestaban en cumplir con sus caprichos más inverosímiles, dándose el caso de una señora barragana que se disfrazó de coronela para ordenarle a un soldado que le llevara su perrito a la peluquería. Expresión de las manifestaciones de ferocidad gorila de parte del viejo ejército lo significó la masacre cometida contra el pueblo en el llamado "caracazo" donde a mansalva, sin remordimientos y cumpliendo las órdenes del presidente Carlos Andrés Pérez, se disparó a un pueblo que había salido a la calle a protestar contra un paquete de medidas económicas neoliberales que pretendió imponer el FMI y el Banco Mundial.

Esa vieja visión del Ejército ha cambiado. Las enseñanzas de la Escuela de las Américas han sido lanzadas al basurero de la historia, la imagen regordeta de Rosendo se ha ido difuminando y, hoy vemos como el Ejército venezolano participa junto al pueblo en las actividades cotidianas de la sociedad a través de la Unión Cívico-Militar. De ella dijo Chávez que la FANB y el pueblo eran como el oxígeno y el agua. Una verdadera revolución militar se puso en marcha y, así, se empezó a ver al soldado al lado del obrero, del campesino, del estudiante. Al frente de la nueva Fuerza Armada Nacional Bolivariana se encuentra un hombre de temple llamado Vladimir Padrino López, honorable, lleno de virtudes cívicas, imbuido de conciencia nacionalista y revolucionaria. En estos momentos de asedio y de amenazas imperiales, el general Padrino lo ha dicho: "No estamos dispuestos a prestarle la Patria a nadie. Estamos dispuestos a dar todo y toda nuestra vida por la defensa de Venezuela y de nuestro pueblo, la paz debe prevalecer aquí y eso es lo que se va a imponer". Con un padrino así, sus ahijados pueden sentirse protegidos. Como dijo Chávez: "Un oficial sin conciencia política, revolucionaria y patriótica es una suerte de autómata incapaz de defender integralmente nuestra soberanía". En Padrino López existe, por ahora, un militar patriota y revolucionario. Un buen padrino que tiene el compromiso de servirle a su pueblo y a su patria por encima de cualquier circunstancia.




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