5 Sep, 2017 | Al gobierno de Maduro no le gustó mucho que la Unidad Democrática inscribiera sus candidatos a las elecciones de gobernadores. Eso no estaba en sus planes. Esas elecciones, no son un regalo ni una concesión del gobierno, están establecidas en la Constitución y debían realizarse en diciembre del año pasado, pero en complicidad con las rectoras del Consejo Nacional Electoral (CNE) impidió tal proceso porque las cuentas no le daban.

Ahora, convocan dichos comicios después de imponer su parapeto constituyente, pero tampoco parece favorecerle el apoyo popular.

Ciertamente, a Maduro y su camarilla no le interesa la vida, salud, educación, ni la seguridad de los venezolanos. Nada de eso, su único interés es mantenerse en el poder, aunque sea con trampa, como sea, pues.

La Unidad Democrática tendrá sus elecciones primarias el 10 de septiembre en la mayoría de los estados. Será un proceso democrático sin participación del CNE y que pondrá en tensión los diversos factores del cambio y sus líderes regionales.

Mientras tanto, el gobierno juega con la abstención y con las provocaciones a los sectores radicales para atizar la confrontación y hacer de este proceso electoral un evento lleno de obstáculos y triquiñuelas a vencer desde la oposición, que van desde la ilegal inhabilitación de candidatos hasta pedir una "carta de buena conducta".

No quieren elecciones limpias y transparentes porque difícilmente ganarían alguna gobernación ante la agudización de la crisis económica y social que nos asfixia a todos. Este gobierno es una fábrica para hacer pobres, una industria del hambre y la pobreza. Casi todo lo que se consume se compra fuera del país y casi lo único que vendemos es petróleo. En ese marco el gobierno ha brillado por su ineptitud e incompetencia para superar la crisis.

El gobierno tiene una papa caliente en sus manos con estas elecciones. Trata de demostrar que aquí hay democracia luego de unas jornadas de protesta con más de 130 fallecidos, centenares de heridos y presos políticos, alcaldes inhabilitados y perseguidos, cierre de emisoras de radio y todo un arsenal de chantajes y amenazas hasta con la comida y salud de todos.

Pero, todos queremos que haya elecciones libres y limpias. Si el gobierno acepta el reto, cosa muy difícil, saldrá derrotado en forma aplastante, y si no las hace, abusando del mamotreto constituyente seguirá cavando su fosa rebosante de autoritarismo y antidemocracia.

No será fácil ni una cosa ni la otra. Tienen una tercera opción: La trama y ejecución de un fraude como el realizado el 30 de julio, pero la participación de los testigos de la Unidad Democrática en cada mesa electoral impedirán tal hecho, y su costo político será mayor.

Entonces, que votar y colocar al gobierno contra la pared para que respete la voluntad de cambio. Votar también forma parte de la lucha que hacemos hoy.