16 Sep, 2017 | “En Margarita, rezar a la Madre de Dios y hacer la señal de la Cruz es una sola cosa: redención y consuelo, Cristo y María van juntos.”

El título de este escrito se queda corto. En Margarita donde mires, está presente la Virgen del Valle. Forma parte del ser margariteño. Hay una conexión especial. Una relación íntima e inexplicable. No es de un día, sino siempre, en cada lugar. La Madre de Dios impregna todo.

Ante grandes dificultades, los creyentes dicen: “la Virgen de Valle nos abrirá el camino”. Los pescadores y mucha gente cuando emprenden una faena dicen: “Con Dios y la Virgen del Valle”. No nos la imaginamos capaz de asociarse en empresas tan difíciles sino porque es la Madre de Jesucristo.

Una expresión de esta fe sencilla se ve en los rostros y las actitudes de las personas que acuden a la Basílica en el pueblo de El Valle. Aunque hoy los selfies y las fotos dominan a las personas, la conexión con la Virgen del Valle es profunda porque toca la religiosidad de la gente. En Margarita, rezar a la Madre de Dios y hacer la señal de la Cruz es una sola cosa: redención y consuelo, Cristo y María van juntos.

Esto a veces parece mecánico y de costumbre, sin embargo, es mucho más porque la protección de María y la cercanía de Jesucristo hacia los hombres van de la mano. María allana el camino para llegar a Cristo Redentor.

Hemos celebrado las fiestas de la Virgen del Valle. Hubo gran concurrencia el día 8 de septiembre: a la medianoche, en la aurora, a las 9:00 de la mañana y en la procesión de la tarde.

El día 8 de septiembre, cuando terminó la procesión, de repente, dentro de la Basílica, aparece un matrimonio llorando y diciendo en voz alta: “¡gracias! ¡gracias!”. En medio del llanto y de la alegría dijeron: “diez años sin tener hijos y la Virgen nos regaló este varón”. Entre las millones de páginas que ha escrito la Virgen del Valle, ésta es una más. Ella las continuará escribiendo en la gente más sencilla, que cree en la Madre de Dios. Ella tiene con sus devotos “una conexión especial”.