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18 de abril de 2024





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Ya basta
Hay que ponerse los pantalones de los ciudadanos para sortear tantas calamidades que incluyen precios exorbitantes de la comida, que la gente accede a ellos con sacrificios y haciendo colas para todo. Hay que luchar contra la corriente cuando vas a una farmacia y no encuentras los productos que le mandó el médico a un familiar.
Manuel Avila | manuel.avilammm@gmail.com>

19 Sep, 2017 | Que no tengamos gasolina en un país petrolero es una calamidad. Y que tengamos que levantarnos a las 5:00 a.m. para ir a hacer una cola para poder mover el carro en una isla turística es una locura para quienes pretenden hacer turismo sin agua, sin luz, sin gasolina, sin medicamentos, sin alimentos, sin aviones, sin ferris, sin seguridad y con una inflación en 2060%. Nadie aguanta una situación similar en el planeta, ni los militantes del gobierno, ni los opositores, ni los independientes, ni nadie.

Hay que ponerse los pantalones de los ciudadanos para sortear tantas calamidades que incluyen precios exorbitantes de la comida, que la gente accede a ellos con sacrificios y haciendo colas para todo. Hay que luchar contra la corriente cuando vas a una farmacia y no encuentras los productos que le mandó el médico a un familiar.

Y si lo consigues es a precios de dólar y si quieres lo compras o no. Te vas a morir a menguas o se te dispara una crisis hipertensiva, o se te sube el azúcar o te da un ACV o un infarto o una bacteria te come el alma. Lo peor es que resulta enfermarse o morirse. Eso está prohibido en un país donde ya ni las palabras políticas, ni las promesas pueden detener una crisis brutal que obliga a la gente a desaparecer de la faz de la tierra por no poder soportar tanta calamidad junta.

Ir a un médico es un sacrificio para los que ganan menos porque pagar 30 mil bolívares y salir con unos récipes preñados de miles de bolívares es más traumático que el diagnóstico del galeno. Si la gente no se muere del susto del pago de la consulta, se queda en el sitio cuando llega a la farmacia y no consigue ni las aspirinas y si te dan los precios terminan de bajarte la brequera de la vida.

No queremos un gobierno de colores políticos, ni de amiguismos, ni de revoluciones, ni de cambios en la forma de gobernar, sino en la calidad de vida que necesita el venezolano para poder mantener su estatus y para continuar siendo feliz. Pero cuando llegas al supermercado y encuentras que un kilo de azúcar te cuesta 25 mil bolívares, un cartón de huevos vale 36 mil, un pollo 45 mil, un pan de sandwich 18 mil, una bolsa de leche 40 mil y de las verduras, los montes, la carne y el pescado ni hablar. Eso no lo aguanta nadie porque tener un carro en esta revolución implica comprar un caucho por 1.200.000, un amortiguador por 900.000 o 1.000.000, un litro de aceite de motor 30.000, una batería 200.000. Ni siquiera se paseen por los precios de los jeanes, de los calzados deportivos o de unos Clarks, Rockport y menos cualquier ropa deportiva marca Adidas, New Balance o Puma.

Ni se diga de la inseguridad porque ese es otro tema complejo. Ya basta.




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