Porlamar
18 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






Lo bueno de vivir sin electricidad… Hecho en Venezuela
Abro las ventanas. Cero brisa. ¡Pero qué rico calor! En otros países, ¡cuántos no envidiarán este clima! Quiero ir a la playa. Ay, cierto, se me olvidó que no hay transporte porque, desde hace varios días, la isla se quedó sin gasolina, sin embargo, puedo salir a caminar. ¡Sí! No me caerían mal unas cuantas vueltas a la manzana de este edificio en el que vivo. ¡Nada como el ejercicio!
Dalal El Laden | ladendalal@hotmail.com | www.dalalelladen.blogspot.com

01 Oct, 2017 | "¡Se fue la luz!". ¡Qué bien! Así me gusta. Nada de flojera, de quedarme en la cama. No, no, ¡no! ¿Qué pensabas? ¿Excusarte con "es que anoche mis vecinos no me dejaron dormir con su reguetón" y quedarte todo el día en esta habitación, sin hacer nada? No, no, ¡no! ¡A levantarse!

Abro las ventanas. Cero brisa. ¡Pero qué rico calor! En otros países, ¡cuántos no envidiarán este clima! Quiero ir a la playa. Ay, cierto, se me olvidó que no hay transporte porque, desde hace varios días, la isla se quedó sin gasolina, sin embargo, puedo salir a caminar. ¡Sí! No me caerían mal unas cuantas vueltas a la manzana de este edificio en el que vivo. ¡Nada como el ejercicio!

Tengo hambre. Quiero cocinar. Estoy pegajosa. Necesito bañarme. El piso de la cocina ya se ve sucio. Quiero limpiar. Esta semana me pondré esto. Necesito lavar estos vestidos. Hoy redactaré la carta. Quiero enviar el correo electrónico. Ay, ¡verdad que no hay electricidad y no puedo hacer nada!

Vuelvo a la cama. Si alguien me ve, no me señalará, no me acusará de floja, ya que sabrá quién es el culpable. Retomo la novela al mismo tiempo que pienso que la realidad supera toda ficción impresa en ella. Opto por algo de Historia, retomo el libro "Chavolo y su Casa Azul" (Antonio Deffitt Martínez y Francisco Suniaga, 2015), lo despojo del marcalibros artesanal -al que admiro unos segundos antes de dejarlo sobre las sábanas-, voy a la nueva página y, para olvidarme del reguetón de anoche, a toda voz leo a Suniaga:

"La industria de la construcción de barcos pudo haber florecido y ser uno de los pilares económicos de la Margarita de entonces de no haber una disposición absurda, establecida por el régimen de Juan Vicente Gómez: la prohibición que había de que los barcos de pesca y mercantes civiles tuvieran motor. Margarita y Venezuela hubieron de esperar hasta la muerte del dictador en 1935 para poder iniciar el proceso de motorización de sus barcos.

Para mantenerse en el poder, todo régimen dictatorial establece normas y toma decisiones que castran el desarrollo de la sociedad. En el caso de Gómez, se quería impedir que la flota de barcos pesqueros y de comercio de cabotaje colaboraran con quienes luchaban por rescatar a Venezuela de las garras de su dictadura. Mientras menos rápidos fuesen los barcos, mejor.

A las dictaduras las mueve el miedo y, por tanto, manifiestan un gran temor a que las sociedades se organicen al margen del aparato estadal y creen instituciones que permitan agrupar a los ciudadanos para alcanzar un objetivo común" (páginas 88-89).

- "¡Llegó la luz!" -cantan mis vecinos.

- ¡Qué fino! ¡A levantarse! ¿Cuándo terminé de leer este libro y me quedé dormida? ¡Qué rápido pasaron las horas! ¡Ni las sentí! ¡Qué bien! Quiero cocinar. Necesito bañarme. Quiero limpiar. Necesito lavar estos vestidos. Quiero enviar el correo electrónico… No hay gasolina, pero saldré a caminar.

- "Dame más gasolina" -mis vecinos vuelven a cantar su querido reguetón.




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