14 Oct, 2017 | Resulta patente que la convocatoria, atrasada, ya que los mandatos se hallan vencidos desde hace más de un año, a elecciones de gobernadores el 15-O en Venezuela, contiene y lleva una pesada carga política.

El ritmo frenético o paroxístico, rasgo distintivo y fruto de la polarización, apenas atenuado en los últimos meses debido al urgente apremio para la gran mayoría de la sufrida población de atender el día a día de la mera sobrevivencia económica, y no como algunos creen o hecho creer por los actos, invisibles pero bullangueros y costosos, del esperpento-bumerán de la ANC, tendrá un desenlace el domingo 15-O.

Además implicará, cualesquiera sean los resultados, no por esperados menos sorprendentes, un conjunto de consecuencias importantes y decisivas para el futuro del país y de la región. Que la "nueva clase", trepadora e inepta, nepótica y congénitamente corrupta, esté corriendo riesgos grandes e incluso muy peligrosos para su permanencia en el poder, es hecho francamente comprobable.

No hace falta manejar o leer e interpretar encuestas para conocer el estado de ánimo de la colectividad. Este se manifiesta a diario con sorda ira e indignación ante la escasez y carestía de alimentos esenciales y medicamentos, el accionar violento e impune de la delincuencia, el caos de hospitales y escuelas y liceos, el colapso de los servicios públicos más elementales, la fuga masiva al extranjero de jóvenes, talentos, técnicos, valioso capital humano.

Elemento adicional ha sido la débil articulación del presidente Nicolás Maduro con los engranajes de la maquinaria electoral de los candidatos de su partido PSUV a las gobernaciones y aquéllos que aspiran a la reelección. Es obvio que en colorido contraste con anteriores procesos electorales, la aparición, figuración y vocinglería del presidente han sido episódicas e instantáneas.

Muy breves y discretas. La intuición del venezolano, la entendedera de la gente grafican esto así: "Si Chávez era un portaviones para ganar elecciones, Maduro es un submarino para perderlas". De allí que en ninguna región, provincia, localidad o capital de estado, surgió Maduro, de suyo tan propenso a la sobreexposición y el espectáculo, aupando, sosteniendo y levantando las manos de los candidatos de su gobierno a dirigir las regiones.

Ha hecho pues como se dice: "Mutis por el foro" electoral. Por algo será. O habrá sido. Del lado de la oposición a su debilitado, errático e ineficiente gobierno, igualmente hallamos problemas. Son relativamente fáciles de observar. Sombríos o inescrutables propósitos, rivalidades acentuadas por la heterogeneidad, y mayor o menor arraigo y fuerza de los liderazgos en el seno del pueblo. Y, un añadido: los grados de dependencia, dineros recibidos y compromisos contraídos con factores y poderes extranjeros.

Ojo: no soslayo que tampoco el gobierno del presidente Maduro esté exento de ésta última falla. Al contrario. Que haya hecho, en tal sentido, lo increíble: obedecer o seguir consignas, líneas o mensajes de fuera, por muy amigos o aliados bienintencionados que sean, renunciar a la inmunidad de jurisdicción nacional en controversias, y enajenar amplias áreas y riquezas nacionales. Para los dos sectores y grupos en pugna y luchando por conservar o conquistar la hegemonía, este 15-O tendrá, sin duda, un desenlace. También, desde luego, para todos, un nuevo comienzo.