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Monumental desastre
La responsabilidad de la crisis de hambre, miseria, corrupción e ineficiencia que soportamos es del gobierno nacional. En estos años han acabado y destruido la producción nacional, incluida las industrias petrolera, minera, agroalimentaria y farmacéutica, y ahora pretenden culpar de ello a los industriales y comerciantes.
Luis Longart Guerra | longartguerra51@gmail.com

9 Ene, 2018 | El titulo del artículo refleja la situación que vivimos que no puede ser calificada de otra manera. Veinte años han bastado para que se haya producido esta desgracia.

El gobierno de Maduro ha comenzado el año con una arremetida contra varias cadenas de supermercados. Una medida efectista, populista y demagógica. "Lo que nada cuesta, hágalo fiesta", reza el dicho popular. Nunca han trabajado y no saben del esfuerzo y el sacrificio que cuesta tener un supermercado o una cadena de esos establecimientos, por eso han ordenado inspecciones para que 26 cadenas de esos negocios vendan al precio que el gobierno le imponga lo que traerá, sin duda, más escasez e inflación.

La responsabilidad de la crisis de hambre, miseria, corrupción e ineficiencia que soportamos es del gobierno nacional. En estos años han acabado y destruido la producción nacional, incluida las industrias petrolera, minera, agroalimentaria y farmacéutica, y ahora pretenden culpar de ello a los industriales y comerciantes.

Un gobierno cada vez más centralista, antidemocrático y militarista que aspira controlar todo, incluso qué se debe comer o vestir, mediante la utilización perversa de un carnet con el que buscan manejar a la sociedad venezolana por la vía del chantaje y la manipulación de sus necesidades.

Las empresas del Estado están quebradas, ahora producimos menos barriles de petróleo, las empresas privadas expropiadas no producen casi nada y las fincas tomadas están en la ruina y el abandono. Esa es la verdad verdadera.

No obstante, este gobierno habla de "guerra económica" para esconder su notoria ineptitud alegando que la responsabilidad es de otros, cuando todo el mundo sabe de la colosal corrupción que ha caracterizado su gestión.

Precisamente, en este contexto continuará la negociación política entre gobierno y oposición en República Dominicana en un año en que deben realizarse comicios presidenciales que requieren de un marco limpio, democrático y transparente. El gobierno no debe seguir jugando con la fe y la esperanza de cambio que hoy recorre Venezuela. Al gobierno le vendría bien un estado de reconocimiento de la realidad nacional. Seguir empeñado en mantenerse a toda costa en el poder no es sensato, justo ni democrático. La realidad es una sola y no se puede esconder ni maquillar ni manipular todo el tiempo.

La oposición debe redoblar sus esfuerzos de unidad, escoger un solo candidato, presentar un programa común y hacer un gobierno de unidad nacional.

Para eso debe haber voluntad política y demostrar en los hechos que primero está Venezuela y su recuperación económica y social. No hay tiempo para perder ni para equivocaciones. De eso ya tenemos suficiente.




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