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Ejecución
Mala señal ha sido siempre la que presagia muerte.
Ángel Ciro Guerrero | angelcirog@hotmail.com

19 Ene, 2018 | Maduro lo afirmó en cadena nacional. Palabras más, palabras menos, precisó que igual final, trágico, de muerte, le espera a todo quien se oponga a sus pretensiones dictatoriales. No guardó prudencia, ni siquiera la más elemental, sobre lo sucedido sino que condenó a priori al mundo entero, puesto que está viendo enemigos en cualquier parte, menos en su entorno donde por igual los tiene, solo que priva entre ellos lo crematístico y no lo ideológico. Con lo segundo disimulan su enfermizo apego a lo primero, para que Maduro no los descubra como ya lo hiciese con su expana Rafael Ramírez.

La ejecución de Oscar Pérez, quien confundió a medio mundo apareciendo como un Rambo, y luego declarándose defensor de la libertad, la justicia y de la democracia, marcó al régimen definitivamente. Lo colocó entre los parecidos al de Hussein y Gadafi, que no tenían piedad alguna y para cobrar venganza dejaban de lado lo que la Convención de Ginebra indica sobre el trato a darse a cualquier prisionero. Es decir, respetarle sus derechos, sobre todo si se entregan, se rinden. No. El bazukazo fue la respuesta que le quitó la vida y dejó en claro que no habrá piedad para el adversario.

Mala señal ha sido siempre la que presagia muerte.

Ha debido el gobierno respetarle la vida, juzgarlo, condenarlo a prisión, lo que hubiera sido respuesta entendible, pero no el asesinato como castigo al delito de rebelión. ¿Qué hubiese pensado el mundo si en el 92, cuando el 4F, a cañonazos se hubiese resuelto la permanencia de los alzados en el ahora denominado Cuartel de la Montaña? Lo más barato, sencillo y probable, es que el presidente, su alto mando, sus ministros del Interior y de la Defensa, su fiscal general y otros cuantos de ese entonces, estarían todos presos, condenados por lesa humanidad.

Maduro y sus asesores deben entender que con acciones viles, como la practicada en El Junquito, su régimen no se solidifica o agiganta. Por lo contrario, se enaniza y debilita.




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