9 Feb, 2018 | El embrollo en las altas esferas anda muy enredado. El Gobierno nacional, acorralado por la guerra económica y el boicot financiero, negado en la práctica a acudir al poder popular o, como diría Aquiles Nazoa, "a los poderes creadores del pueblo", sigue envuelto en mesas, acuerdos, negociaciones que hasta el momento han resultado en más dólares para los grandes empresarios (los medianos y pequeños no entran en los acuerdos), incremento de precios y pérdida del valor del salario. Los avances podrían verse en el adelanto de las elecciones y la retirada silenciosa de Lorenzo Mendoza del campo electoral.

Pero abajo, en algunos municipios, aunque también en gobernaciones, muy pocas, la cercanía de contados alcaldes, electos por la militancia chavista, con el padecer de ciudadanas y ciudadanos tiende a llevarlos a tomar medidas para salirle al paso a algunos fenómenos que favorecen la guerra económica; tal como es el caso de los bachaqueros. Hemos leído de los esfuerzos de los gobernadores Lacava en Carabobo y Omar Prieto en el Zulia. Desde hace algún tiempo se habla de alcaldes como Freddy Serrano en la isla de Coche. Recién se menciona al popular Juan "Chula" de Península de Macanao. Espacios pequeños que poco llaman la atención.

Estos avances han sido posibles no solo por la personalidad de los gobernadores y alcaldes (sin negar la relevancia de ese ingrediente personal), sino porque todavía retumba en nuestros oídos el discurso de Hugo Chávez sobre construir el socialismo de abajo hacia arriba, desde las bases, desde el pode popular.

Pues, bien, el alcalde Francisco González, del municipio Mariño, de Porlamar, quizás una de las ciudades más mercantilizadas, de mayor comercio criminal, "ciudad carnívora" la llamó el poeta Ángel Félix Gómez, en la celebración de un 26 de marzo, Día de Porlamar, ha decidido tomar sus primeras medidas para enfrentar el bachaquerismo. Se espera de Francisco, un hombre sencillo, que tome otras medidas para intentar controlar la voracidad de los comerciantes en su afán de enriquecerse a costa del pueblo.

No es fácil la tarea, pues desde la implantación de la Zona Franca y, luego, del Puerto Libre, el Porlamar que parecía una Ciudad Ateneo, dio paso a esa ciudad carnívora que nos describió Felito Gómez. Ciudad tomada por el comercio, la trampa, los bribones. Eso es lo vivido por largos años y que Alfredo Díaz, en sus tiempos de burgomaestre, coronó al llamarla "ciudad comercial". Una franca entrega de Porlamar a los intereses de los comerciantes.

Le toca a Francisco González enfrentar a un monstruo de mil cabezas, un monstruo pérfido y criminal que tiene sus agentes hasta dentro del propio chavismo. Un monstruo que ofrecerá comisiones, prebendas, viajes a muchos de los que acompañan al alcalde y, por supuesto, al propio Francisco.

Varios de nosotros, recién le hicimos llegar al alcalde una serie de ideas para romper con la ciudad comercial y transformarla en la ciudad humana, disfrutable, vivible, como aquella que vio nacer a Francisco Narváez, Omar Carreño, al poeta Castillo y tantos otros símbolos de la hermosura y el espíritu porlamarense. Ojalá Francisco pueda.