13 Mar, 2018 | Con Chávez, por su condición de militar, la ciudadanía consideró que una mano fuerte había llegado a la presidencia, y que la delincuencia sería puesta a raya. Tamaño error. Fue muy poco lo que el extinto hizo contra los malvivientes, surgiendo durante su gobierno nuevas formas delictivas, como el pranato y el secuestro exprés, además de que los transgresores inventaron creativas maneras de agruparse, como el colectivismo armado, creciendo bajo el ala oficialista, que lo convirtió en su brazo civil del terror.

Con Nicolás las cosas tampoco mejoraron y los delincuentes gozan de gran impunidad, llegando al extremo de contar con armas más sofisticadas que los cuerpos policiales y haciendo competencia con la Fuerza Armada Nacional. Expertos en el tema criminal han señalado que ni Hugo antes ni Maduro ahora, han combatido con eficiencia a la delincuencia, puesto que la misma es un caldo de cultivo de donde salen muchos “hombres nuevos”, siempre listos para servir al régimen.

Aquí no ha sido distinto al resto del país, eso que la condición de insularidad debe hacer más fácil la labor contra la inseguridad. Tuvimos hace poco a un gobernador militar, con los más altos contactos arriba, y nada aportó para poner a correr al malandraje. Y luego, en una jugada revanchista, le quitaron el control de la policía regional al nuevo mandatario Alfredo Díaz. Total, diariamente las páginas rojas de nuestros medios reseñan con copioso material solo “la punta del iceberg” de la criminalidad en Margarita y Coche, mientras que por calles y sitios públicos no se ven policías ni para remedio, pero sí a los delincuentes cazando a sus víctimas hasta a pleno mediodía.